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Tribuna
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Confianza en la eurozona

Hasta el final del pasado mes de marzo, la dinámica de las Bolsas europeas parecía muy similar a la de los años anteriores. La evolución de los países centrales era mejor que la de los países periféricos, ante el constante ruido político y fiscal y el peor perfil de crecimiento de los segundos. Como colofón, el resultado de las elecciones italianas decepcionó a los mercados y los acontecimientos de Chipre resucitaron en los inversores el temor a posibles contagios y retiradas masivas de depósitos.

Pero frente a la idea de que este escenario daría lugar a una ampliación de los diferenciales en la periferia, estos se redujeron aún más. Cuando el Banco de Japón se unió en abril a la política monetaria expansiva de las principales economías mundiales, la búsqueda de rentabilidad se puso aún más de manifiesto y ante el respaldo del BCE, la renta fija de los países periféricos de la eurozona aumentó aún más su atractivo. Para entonces, los inversores se dieron cuenta de la divergencia de comportamiento entre los diferenciales de los bonos periféricos y la renta variable de la eurozona, que hasta ese momento solían presentar una elevada correlación. Esto llevó a que las acciones españolas e italianas invirtiesen su comportamiento inferior a la media para adaptarse a la evolución de los diferenciales.

En las semanas pasadas, el interés de los inversores bursátiles se ha trasladado, en general, a los temores internacionales sobre el crecimiento, lo que por ejemplo ha supuesto una presión sobre los valores de países de orientación exportadora como Alemania. Por tanto, lo que ha frenado recientemente la renta variable de la eurozona en su conjunto ya no ha sido el problema de la deuda soberana –puesto que las condiciones de refinanciación para la periferia han mejorado de forma continuada– sino un problema que afecta a los mercados bursátiles de todo el mundo: los temores sobre el crecimiento ante el debilitamiento de los últimos datos económicos.

Desde luego, la posibilidad de que veamos un repunte de la economía en la segunda mitad de 2013 es muy baja, pero dado que algunos de los últimos datos al menos reflejan una estabilización, que la confianza de los consumidores de la eurozona parece haber tocado ya fondo y que algunas empresas registran una mejora en los pedidos, seguimos siendo optimistas sobre una recuperación de la economía en los próximos meses de 2013, que sin duda beneficiará a la renta variable de la eurozona puesto que, manifiestamente, ya no se ve lastrada por el debate sobre los diferenciales.

Además, los argumentos de valoración en favor de la renta variable de la eurozona son convincentes. Las primas de riesgo siguen estando en niveles muy elevados, lo que hace presagiar una revalorización continuada de las acciones de la eurozona al reducirse los riesgos asociados a la deuda soberana. En términos absolutos, los PER están aproximadamente un 20% por debajo de su media a largo plazo y la proporción de empresas europeas que cotizan con una rentabilidad por dividendo superior a la de sus bonos nunca ha sido tan elevada como ahora, que alcanza un 50%.

Desde el punto de vista estratégico, creo que mantener el enfoque en empresas con crecimiento estructural en un entorno de bajo crecimiento como el actual que, además, sean capaces de incrementar el dividendo o el rendimiento líquido para el accionista puede ser positivo. Además, ante la reducción del riesgo percibido en relación con la deuda soberana de la eurozona, interesa incrementar selectivamente nuestras posiciones en valores financieros con datos fundamentales sólidos que permitan participar en una revalorización adicional respaldada por una tendencia relativamente positiva de los beneficios. A ello se suma el hecho de que parte del sector ha sufrido desproporcionadamente por el debate macroeconómico y político sobre la eurozona. Por otra parte, se deben tener en cuenta algunos valores de países periféricos con planes de negocio prometedores ante el considerable estrechamiento de los diferenciales de la deuda pública en esta región. En general, creo que se deben observar aquellos ámbitos en los que China sea un competidor directo o en los que el exceso de capacidad, la baja capacidad de fijación de precios o la amenaza de intervenciones estatales puedan afectar negativamente a los ingresos futuros.

Sin duda, las noticias políticas que irán surgiendo harán que sigamos enfrentándonos a unos mercados bursátiles europeos volátiles, pero la tendencia general parece haberse desplazado mucho más hacia el crecimiento. Por tanto, los valores de renta variable de la eurozona presentan un claro margen al alza para cerrar la brecha con la evolución positiva de los mercados de deuda una vez que las mejoras de la economía mundial se hagan más visibles en la segunda mitad de 2013.

Britta Weidenbach es Gestora de Deutsche Asset & Wealth Management

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