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¡Claro que Linde puede hablar de empleo y salarios!

No es España un país que se desviva por el sosegado debate público; muy al contrario: se desenvuelve mejor en el reproche malsonante. La reciente reflexión del gobernador del Banco de España acerca de la posibilidad de admitir salarios inferiores al mínimo interprofesional para los jóvenes con dificultades para encontrar empleo, ha encontrado su réplica desaforada en los sindicatos, e incluso en el Gobierno, Eso sí: nadie ha argumentado en contra de la reflexión de Linde. Servidor la encuentra apropiada, y paréceme que por ahí irán los tiros si queremos que este país recomponga la tasas de empleo del pasado.

Los líderes sindicales tienen una enfermiza obsesión con el Banco de España, y por todo aquél que emita opiniones sobre cuestiones laborales, que no son sino opiniones sobre la política económica aplicada. Siempre que un informe del instituto supervisor emite una opinión sobre cómo debe funcionar la economía, encuentra la invectiva sindical, y muchas veces la política, generalmente entre las filas de la izquierda (Borrell acusaba hace años al BoE de emitir más ideología que todos los partidos políticos juntos), aunque esta vez hasta el Gobierno del Partido Popular se ha echado a la calle para recordarle al Banco que lo importante parea crear empleo "no es bajar los sueldos, sino que fluya el crédito". Tampoco le falta razón, pero hay que escuchar.

Cuando hace tres años el ex gobernador Fernández Ordóñez planteó una serie de reformas en España, pero en particular una muy profunda sobre el mercado de trabajo, desde Zaragoza, aportando sus opiniones y pidiendo la apertura de un debate público en el que participase todo el mundo, la réplica fue despiadada. El presidente del Gobierno de entonces, el señor Rodríguez Zapatero, identificó a Mafo con los neocom norteamericanos que habían generado la crisis financiera mundial, y el líder de la UGT de Madrid, ex consejero de Caja Madrid, José Ricardo Martíñez, llegó a mandar al ex gobernador "a su puta casa".

Ahora con Linde los sindicatos y el Gobierno han cuidado las formas un poco, pero el fondo no es muy diferente. En el fondo, todo el mundo se cree con la razón plena, y nadie quiere someter su criterio al contrapeso del criterio de los demás, empobreciendo entre todos el debate y dejando las soluciones al cara o cruz de las decisiones unilaterales.

¡Claro que Linde puede hablar de empleo y de salarios, además de banca o de impuestos!. Dónde dice lo contrario; en qué ley, ordenamiento, reglamento o estatuto dice que no puede hablar de todo aquello que conforma la política económica. Para qué queremos uno de los mejores servicios de estudios de Europa, que para si quisieran muchas instituciones que hablan más que piensan.

Siendo servidor un humilde becario allá por los ochenta, preguntó con cierta arrogancia al gobernador del Banco de España, entonces el profesor Angel Rojo, por qué no se preocupaban del alto nivel de paro y practicaban una política coherente para reducirlo. Jovencito, me vino a decir, le aseguro que nadie hace más que nosotros, más que el Banco de España, para lograr políticas que combatan el desempleo, pero siempre dentro del margen que nos da nuestra posición. Entonces, el Banco de España ni siquiera era una institución autónoma.

Cierto es que el Banco de España no ha hecho bien sus deberes de supervisión y corrección de excesos de la banca, y no ha dejado de hablar de políticas alternativas en materia de impuestos, gasto público o empleo. Pero no por ello tiene que ser una institución muda en los asuntos que preocupan a los españoles, como los sindicatos no ahorran críticas al Gobierno o al Banco de España o a la banca cuando argumentan sus alternativas.

Servidor está de acuerdo en que se ponga en circulación el debate acerca del Salario Mínimo y su papel en la formación de costes del factor trabajo. No es el primer país que lo hace, y le ha ido mejor que a nosotros, y con una estructura industrial más sólida que la endeble de España, en la que la productividad del empleo es más bien limitada.

Debate, debate y debate. Y luego decidimos. Hay seis millones de personas esperando en las listas de paro. ¿Alguien le ha preguntado a ellos en qué condiciones están dispuestos a trabajar? ¿Alguien se ha mirado las estadísticas de empleo, con colectivos crecientes de ocupados a tiempo parcial y con remuneraciones más modestas de lo que los sindicatos creen?

Miren, y hablamos.

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