Un potencial a largo plazo
En su conjunto, los países emergentes atravesaron 2012 de forma digna, sin necesidad de la ayuda intensa de sus respectivos bancos centrales, a los que les bastó con ir reaccionando con ortodoxia y sin precipitación a las inflexiones económicas, valiéndose para ello de meros ajustes en los tipos de interés. Las últimas estadísticas parecen apuntar a un rebote de las exportaciones de los principales países emergentes. La situación económica del universo emergente en su conjunto nos parece sólida y muy propicia para beneficiarse de la reactivación de la economía estadounidense una vez alcanzado el acuerdo presupuestario.
Además, los bancos centrales de los países desarrollados vienen adoptando políticas monetarias muy acomodaticias, que fuerzan a las instituciones emisoras de los países emergentes a hacer otro tanto, lo que coadyuva a mantener la actividad económica. Por ello, a pesar de las preocupaciones a corto plazo, estamos convencidos del potencial de los mercados emergentes a largo plazo. Habida cuenta de que sus empresas se hallan en plena expansión, de la solidez de sus balances y del atractivo de sus valoraciones, se prevé que los mercados emergentes vuelvan a hacer gala de su resistencia en los meses y años venideros.
Aun así, también en el mundo emergente la transición del poder político chino viene causando muchas inquietudes entre los inversores de un tiempo a esta parte. Sumado a lo que hasta no hace ni siquiera un año era una ralentización económica global, ese desasosiego ha dado lugar a unos decepcionantes rendimientos en el mercado chino de renta variable, así como de los mercados emergentes en general. ¿Hay de qué preocuparse por ello?
En nuestro primer viaje a China, pudimos comprobar que a pesar de los cambios políticos y de Gobierno, el modelo chino no sufre alteraciones drásticas. La realidad es que su mercado inmobiliario sigue siendo vital y las necesidades de infraestructuras siguen siendo elevadas. No obstante, creemos que los ciudadanos chinos irán fijándose cada vez más en la calidad de vida, y sobre todo en las problemáticas relativas a la contaminación.
Asimismo, para los próximos meses se esperan reformas financieras y profundos cambios en la movilidad laboral, propiciados por la reforma del régimen de residencia, el llamado hukou, encaminada además a reducir las diferencias sociales y a preservar una cierta estabilidad política.
En el contexto actual, permanecemos atentos a tres riesgos que entraña la economía china: la inflación, la evolución de los precios en el sector inmobiliario y el shadow banking o sector bancario en la sombra. Aunque a corto plazo se nos antojan exagerados los riesgos que se le atribuyen al shadow banking, los problemas de calidad crediticia de los activos no dejan de ser muy reales. Dicho esto, aunque tal fenómeno repercute de forma negativa en los intercambios económicos y contribuye a la inestabilidad regional, a corto plazo resulta prematuro hablar de un riesgo sistémico real. En cuanto al mercado inmobiliario, el nuevo Gobierno prioriza claramente el fomento de la urbanización. Por tanto, el sector inmobiliario está llamado a seguir creciendo en volumen, ya que su stock permanece en niveles relativamente bajos en los siete últimos meses. Además, los promotores inmobiliarios aceleraron las compras de terrenos en el cuarto trimestre del pasado año, lo que habrá de reflejarse próximamente en el comienzo de obras. Por lo demás, es de prever que el segmento residencial mantenga su nivel actual de actividad, ya que el Gobierno no puede permitirse un mercado ni demasiado fuerte ni demasiado débil. Por consiguiente, el principal riesgo que afronta China no es otro que el de la inflación. China no puede permitirse emular a India, que sufre una inflación desmesurada a pesar de la fortaleza de sus tipos de interés.
Del mismo modo, a lo largo de los últimos meses hemos recorrido India para contrastar su situación y sus perspectivas económicas. El objetivo del viaje era adentrarnos directamente en las entrañas económicas del país para valorar más adecuadamente la situación y averiguar sus dificultades y dinámicas a largo plazo. India se enfrenta a un mal endémico y que solo ella misma puede remediar: su situación política.
Las dificultades que padece el país afectan a una multitud de sectores económicos. Es de prever que el contexto actual no favorezca la adopción de medidas necesarias para retornar a un crecimiento fuerte. El ciclo de inversión indio ha sido prácticamente nulo en los dos últimos años. El empeoramiento de las perspectivas macroeconómicas es una de las causas, pero además el Gobierno permanece inactivo y, de hecho, ha fracasado en el desarrollo de infraestructuras que el país necesita como agua de mayo. La corrupción campa a sus anchas y constituye uno de los mayores obstáculos para la economía del país. Por añadidura, la inflación es un fenómeno más estructural que cíclico. No en vano, los problemas están relacionados con ineficiencias manifiestas, sobre todo en la concesión de subvenciones y el aprovisionamiento logístico de productos alimenticios.
Los problemas derivados de la falta de inversión y de las incertidumbres macroeconómicas ya han hecho mella en la demanda doméstica, según se desprende de la mengua del consumo, a pesar de que el país cuenta con 1.100 millones de habitantes. No obstante, la principal conclusión extraída de nuestro viaje es que India volverá a ser una zona de inversión atractiva a partir de 2014 si se reanuda el ciclo de inversión. Podríamos asistir a fenómenos semejantes a los observados durante el periodo de 2004 a 2007. Para entonces, como ya hemos mencionado, India habrá de haber superado numerosos obstáculos, entre los que se hallan, principalmente, una inflación superior al 6,5% anual, un déficit presupuestario en ascenso y la persistencia de una balanza por cuenta corriente deficitaria. Aun así, aunque escasas, existen muy buenas oportunidades inversoras a largo plazo.
Aunque creemos en las posibilidades de China, India y Brasil, favorecemos una acentuada diversificación regional, como por ejemplo los conocidos como mercados frontera. La inclusión de dichos países en nuestro universo inversor nos brinda la ocasión de posicionarnos en territorios susceptibles de beneficiarse de situaciones económicas específicas. De este modo, consideramos importante aprovechar el dinamismo de países tales como Colombia, Perú o Filipinas, así como de países de África como Kenia o Nigeria.
Xavier Hovasse es Gestor de Carmignac Gestión