La crisis devora el crecimiento creado por el euro desde 1999
Barroso planteará el problema en la cumbre que se inicia el jueves Italia apenas registra un crecimiento anual de cuatro décimas desde 1999
El próximo 1 de enero la zona euro cumplirá 15 años sin apenas motivos para celebrarlo. La mayoría de los socios terminarán los tres lustros con un crecimiento medio por debajo del período anterior a 1999, con una tasa de paro más alta y con una deuda pública mucho más abultada.
En algunos casos, como Italia y Grecia, incluso habrá razones para el duelo porque el crecimiento se acerca ya a un saldo negativo en comparación con el final de la circulación de sus respectivas monedas nacionales, la lira y el dracma. Los datos, procedentes de Eurostat, han sido compilados por el equipo de José Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea, para presentarlos mañana y pasado en la cumbre económica de la Unión Europea, que se celebra cada primavera en Bruselas. Una cumbre que, a juzgar por el borrador de conclusiones, no prepara ninguna respuesta significativa a una coyuntura que empieza a ser dramática para algunos socios de la UE y, en particular, de la zona euro.
La cumbre insistirá en las recetas marcadas desde hace tres años, basadas “en una consolidación presupuestaria diferenciada por países y favorable al crecimiento”, según las conclusiones elaboradas por Herman Van Rompuy, presidente del Consejo de la UE.
El documento de Van Rompuy se limita a repetir los objetivos marcados hasta ahora en relación con la Unión bancaria. Y se cuida mucho de plantear grandes proyectos tas el fiasco del plan de crecimiento anunciado en la cumbre de junio del año pasado (valorado en 120.000 millones de euros) y el fracaso en diciembre de la iniciativa para crear un fondo europeo de cobertura de desemplo.
Pero la inanidad de las conclusiones contrasta con la gravedad de los datos aportados por Barroso. En el caso de la zona euro, las tablas del portugués reflejan dos etapas muy diferentes: una primera década con crecimiento medio anual superior al 2%, y mucho mayor en el caso de España (3,5%) o Irlanda (5,5%). Y un lustro perdido, desde 2009 e incluyendo 2013, con una caída media en la zona euro del 0,4%.
En Grecia, la caída acumulada de los últimos cinco años supera los 26 puntos porcentuales de PIB. Pero en conjunto, Italia es el país que menos rendimiento ha obtenido de la Unión Monetaria porque ni siquiera creció de manera vigorosa durante el periodo de bonanza (1999-2008). El saldo total de Italia se sitúa en un crecimiento medio anual de apenas cuatro décimas. Y al igual que el de Grecia y Portugal, avanza peligrosamente hacia el terreno negativo, en el que podría adentrarse el año que viene si no mejora la situación.
Y la solución depende de las elecciones alemanas
La cumbre europea de este jueves y viernes en Bruselas parece el momento adecuado para dar un giro a la estrategia de la UE frente a la crisis. Pero todo indica que la canciller alemana, Angela Merkel, no permitirá muchos movimientos cuando solo faltan seis meses para su revalida electoral.
A favor del giro jugaría el hecho de que la cumbre europea de primavera suele dedicarse a temas económicos. Además, están recién publicadas las previsiones económicas de la Comisión Europea, que confirman la recaída de varios países y del conjunto de la zona euro. Y por último, la reunión de esta semana coincidirá con la primera cumbre de la zona euro tal y como prevé el nuevo Tratado de Estabilidad y Convergencia, que entró en vigor el 1 de enero de este año. Pero a pesar de tantas señales, los borradores de conclusiones de la cumbre apuntan a una nueva decepción para quienes desean una nueva política económica europea.
“Aunque el reto es formidable, el borrador de la agenda del Consejo Europeo es más de lo mismo”, señala en un análisis Alessandro Leipold, economista jefe de The Lisbon Council, un centro de estudios con sede en Bruselas. Leipold lamenta que el principal objetivo de la cumbre sea “concluir la primera fase del Semestre europeo”, un procedimiento de control presupuestario que, según Leipold, “generó mucha expectativa (...) y ha acabado siendo un ejercicio bruselense desconocido a nivel nacional y, por tanto, ineficaz”.
Leipold, antiguo miembro del FMI, considera que la cumbre debería transformar ese semestre europeo en un mecanismo favorable al crecimiento. Y que debería disipar las crecientes dudas sobre la capitalización directa de la banca a través del fondo de rescate Ambas medidas parecen chocar con la agenda electoral de Berlín.