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Tribuna
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Mejoría en la macro, pendientes de la micro

En el frente macroeconómico, se multiplican los datos que apuntan a una superación de la peor fase de la crisis. Se impone la precaución, especialmente porque nuestra recuperación depende de la evolución de la coyuntura internacional y europea. Las cifras de nuestra balancia comercial en 2012 son impresionantes y confirman el cambio de tendencia. Las exportaciones aumentaron un 3,8% el año pasado, el mayor aumento desde 1971. Triplicamos nuestro superávit con la UE. El descenso en los costes laborales unitarios y el esfuerzo de diversificación de los mercados de destino han sido recompensados. En 2012, las exportaciones a Africa crecieron un 30,6%, un 14,9% a América Latina, un 13,5% a América del Norte y un 11,9% a Asia. Crecieron las exportaciones en diversos sectores, con espectaculares incrementos en material de transporte ferroviario (21,1%), motores (12,8%), maquinaria específica para la industria (13%), bebidas (16,8%) y carne (13,8%). Aumentó el superávit comercial no energético. Conseguimos una reducción del déficit comercial del 33%, situándonos en un superávit de la balanza por cuenta corriente desde julio. Se ha consolidado asimismo la disminución de la prima de riesgo (alrededor de 360 puntos) y del coste de financiación de la deuda (5,2 % para el bono a diez años). Excluyendo la ayuda al sector financiero, el déficit público se ha recortado en casi dos puntos en un año. El FMI, la Comisión Europea, la OECD e incluso la canciller Merkel no reclaman más austeridad a España y elogian las reformas acometidas. Desde Bruselas se estudia una relajación adicional del objetivo de déficit.

“Prácticamente todas las medidas de ajuste exigen mayor sacrificio a los que más ingresan”

A la mejora de la narrativa de España en la escena internacional también contribuyen anuncios de inversiones substanciales por parte de empresas extranjeras (Fiat/Iveco, Nissan y Renault) y habernos convertido en el segundo destino turítico mundial por ingresos en 2012. El mérito de estos éxitos recae en la población española, que mayoritariamente está aceptando una pérdida de poder adquisitivo y de prestaciones cuya recuperación puede producirse en algunos casos cuando hayamos realmente superado la crisis. Pero también el Gobierno merece ser elogiado. Desde que tomó posesión en diciembre de 2011, el gobierno de Rajoy se enfrenta a un triple reto: diversificar la economía española, aplicar reformas estructurales que aumenten el crecimiento y empleo y reducir el déficit, y todo ello en el contexto de una recesión en la eurozona.

Prácticamente todas las medidas que despliega el gobierno tienen un denominador común: eliminar trabas y facilitar la creación de empleo. Debe producirse un travase de recursos desde partidas improductivas (intereses del pago de la la deuda, subvenciones de todo tipo a entidades no productivas) a estímulos fiscales que eleven la tasa de participación laboral en España. No podremos mantener las prestaciones del estado del bienestar a largo plazo si no conseguimos que trabaje un porcentaje mucho más elevado de la población. Por ello, el gobierno ha tramitado leyes o aprobado decretos cuyo objetivo es mejorar nuestra competitividad y crear un entorno propicio para la creación de empleo. Reestructurar y sanear el sistema financiero, liberalizar y flexibilizar el mercado laboral, penalizar la mala gestión de dinero público, financiar a las Comunidades Autónomas para que paguen a sus proveedores, simplificar la apertura de comercios, eliminar trabas administrativas, restablecer la unidad de mercado, racionalizar el calendario de festivos, potenciar a los emprendedores, fomentar a los jóvenes autónomos con deducciones fiscales y otras reformas anunciadas están forjando un clima favorable para los negocios.

Este programa de modernización y transformación de la economía española se está acometiendo sin dejar atrás a los sectores más vulnerables. Prácticamente todas las medidas de ajuste (salarios administración, pensiones, recortes en sanidad y educación, aumentos de impuestos) exigen mayor sacrificio a los que más ingresan.

Podemos vislumbrar el final del túnel. Pero la sociedad española sigue padeciendo el desempleo más elevado de la UE. La mejora macroeconómica y las reformas estructurales generarán empleo a medio plazo. En el corto, las mejoras macroeconómicas no aliviarán a muchas familias. Pero cabe distinguir entre las que realmente tienen problemas para llegar a fin de mes y las que han perdido calidad de vida, pero abusan de las prestaciones. No se debería poder cobrar el desempleo y trabajar cobrando “en negro”. Pero para muchas familias es la única manera de llegar a fin de mes. Aflorar la economía sumergida de forma equitativa es una de las grandes asignaturas pendientes.

Alexandre Muns Rubiol es profesor de la Escola Superior de Comerç Internacional, Universidad Pompeu Fabra.

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