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Columna
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Alemania y Google, un mal ejemplo

Si no puedes controlar algo, castígalo. Esa parece ser la política de Alemania en torno a Google. Después de una intensa presión de los editores del país, el parlamento alemán va a votar una nueva ley para que los motores de búsqueda necesiten el visto bueno de estas empresas antes de incluir de forma gratuita sus historias.

Perseguido por el vacilante negocio impreso y en una búsqueda desesperada de un modelo de negocio viable para la era digital, los periódicos alemanes afirman que los motores de búsqueda monetizan la propiedad intelectual de otros y esperan que la ley presione a Google para que firme y pague acuerdos de licencias con ellos.

Es un argumento atrevido. Los editores que no quieran estar incluidos en Google siempre tienen la oportunidad de irse. Los únicos beneficiados de esto serían las webs que continuasen en Google. Los medios alemanes atraen entre el 30% y el 50% de sus lectores online a través de este motor de búsqueda. Y esta audiencia significa dinero, en forma de publicidad más cara.

Google insiste en que no pagará, pero que acatará la ley. Por tanto, tendrá que quitar a todo aquel periódico que no esté dispuesto a proporcionar sus titulares y sinopsis gratis. La compañía no quiere amenazar con ello, porque está en la diana en Bruselas por supuestas prácticas contra la competencia. En privado, los alemanes anti Google juegan con la idea de usar las leyes anticompetencia. Pero los expertos legales consideran imposible forzar a Google a utilizar contenido por el que deba pagar.

Teniendo en cuenta que los partidarios de la nueva ley esperan que esta suponga entre el 3% y el 6% de los ingresos de los periódicos en el futuro, la batalla parece irracional. Ambos bandos pueden preferir un acuerdo. Pero una ley punitiva sentaría un mal precedente para otros países europeos, en los que los editores locales también están pidiendo ayuda a los gobiernos para gravar a Google.

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