_
_
_
_
El foco
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El IVA y la cultura

El aumento del IVA en las actividades culturales ha generado numerosas protestas. El autor estudia medidas alternativas para que los gobernantes no acaben con este sector.

De las últimas medidas aprobadas por el Gobierno de la nación, la subida del IVA en las actividades relacionadas con la cultura ha sido la que ha producido mayor sorpresa y ha desencadenado la protesta inmediata de las empresas, organismos, asociaciones y todo tipo de agrupaciones destinadas a promover actividades culturales. Nos proponemos, primero, recordar de qué estamos hablando cuando se trata del IVA aplicado a la cultura y, en particular, de lo que llamamos las industrias culturales; luego nos interrogaremos sobre el porqué de esta medida y propondremos un nuevo enfoque a la situación creada.

En un artículo publicado en este mismo diario hace poco menos de un año (Industrias culturales: yacimientos de empleo, CincoDías 25-08-2011), el autor describía este sector basándose en las estadísticas oficiales del Ministerio de Cultura y de otras fuentes. Los datos presentados, ajustados por las tendencias de este último año, se sitúan en las magnitudes siguientes:

l Mercado de unos 20.000 millones de euros con crecimiento del 1% al 2%.

l Consumidores: 70% de los 45 millones de ciudadanos españoles más una proporción de 90% de los 53 millones de visitantes extranjeros.

l Más de 750.000 empleos directos con crecimiento de un 3%.

l Más de 100.000 empresas sin contar las numerosas fundaciones y asociaciones.

Las fuentes de financiación del sector siguen la estructura del mismo, o sea, público con subvenciones, mixto público-privado y privado.

En el último año, ha habido una bajada, conocida bajo el nombre de recortes, que ha afectado a muchos sectores, igualmente al de la cultura, recortes en la financiación y aportación pública, pero también reestructuración de la participación privada, tanto en el modelo mixto como en el modelo privado.

El sector, apoyándose sobre las infraestructuras existentes y un consumo sostenido, había empezado a reaccionar a estos recortes y teme que la subida del IVA venga a mermar este consumo y acelere el proceso de reestructuración. Hay que señalar que el sector de la cultura, aparte de su importancia económica, juega un papel clave en el desarrollo de la sociedad y de las personas manejando lo que denominaríamos como los intangibles que, normalmente, son difíciles de cuantificar.

Muchas instituciones se han preocupado de reflexionar y formar los gestores de tan preciado bien, tanto a nivel económico como intelectual.

Los gobernantes y representantes elegidos por el pueblo que tienen que lidiar con la crisis económica han decidido considerar el sector cultural como una fuente de ingresos tributarios privilegiados, subiendo de una forma un tanto exagerada los porcentajes, precisamente del impuesto sobre el valor añadido.

Intentemos comparar la relación personal, sin entrar en el ámbito privado, con la cultura de estos gobernantes con los de este país vecino, muy criticado por su excepción cultural, es decir, Francia.

Cuando el entonces candidato a la presidencia, François Hollande, persona culta, se permite utilizar la figura retórica literaria anáfora en un debate televisado de gran audiencia; cuando los últimos presidentes de la república y primeros ministros son bien reconocidos autores literarios, bien promotores y expertos en arte, resulta chocante cuando comparamos con el nivel de producción cultural de los gobernantes de nuestro país, donde las medidas de recortes y subidas de tributos, en especial sobre la cultura, provoca aplausos y júbilos de la mayoría parlamentaria y la expresión de encantado de haberse conocido del jefe del Gobierno.

Delante de este panorama desolador se puede y se debe reaccionar. Primero, a las protestas y manifestaciones del sector, que acostumbraba a ser un sector llorón, deben añadirse los consumidores de la cultura, es decir, casi toda la población de todas las edades y categorías sociales. Es cierto que los previsibles aumentos de los precios no afectarán de la misma forma a los que disponen de una renta más holgada que a la masa social menos afortunada. A ver, a ver… esto quiere decir que se restringe el acceso a la cultura. Si esto es así, volvemos a lo de la cultura para una élite social. Claro que un pueblo llano con cultura es mucho más incomodo que un pueblo con poca cultura. Estamos volviendo a tiempos pretéritos.

Segundo, transformar este agresivo impuesto sobre el valor añadido sobre la cultura en lo que llamamos el intelectual value added, IVA, o valor intelectual añadido, con el que se pretende medir la aportación intelectual a la economía. Lo que se trata es de incidir más en los contenidos intelectuales para poder justificar los cambios en los precios al consumo y atraer, o no perder, consumidores.

Tercero, promocionar la iniciativa lanzada hace pocos meses por las principales escuelas de negocios del país, llamada culturemprendedor, para que surjan, en el marco de las estrategias emergentes, proyectos innovadores que atraigan más consumidores de cultura.

Cuarto, demostrar a los inversores, tanto empresas como agrupaciones e individuos, con métodos financieros y académicos rigurosos, la rentabilidad económica y social de la cultura con los múltiples indicadores económicos y sociales e igualmente el cultural value added, CVA.

Aplicando estas cuatro medidas propuestas, que dependen única y exclusivamente de los colectivos profesionales y de los consumidores, se demostraría a estos gobernantes la capacidad de un sector y de unos consumidores para reaccionar y el desprecio a tan poca sensibilidad cultural. Desde Esade y las escuelas de negocios que apoyan la iniciativa de culturemprendedor y la Fundación Inov-Culture, el autor de este artículo se compromete a fomentar y seguir esta sana reacción a una agresión que, si es con pleno conocimiento, es grave, pero si es con desconocimiento, es inquietante.

José María Álvarez de Lara. Profesor de ESADE

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_