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El foco
Columna
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Ducha escocesa bancaria

El autor defiende que el plan de saneamiento financiero que hoy prevé aprobar el Gobierno es condición "necesaria y deseable", pero no suficiente, para acabar con la crisis de la banca y del crédito

José Carlos Díez

Por fin tenemos nuevo plan de reestructuración bancaria. Lo primero que un economista debe tener cuando intenta analizar una crisis bancaria es humildad, ya que es una de las patologías más complejas a las que se enfrenta una economía. El plan del Gobierno es complementario con la hoja de ruta que se ha seguido desde 2008 y se concentra en aumentar el saneamiento de los activos problemáticos del sector promotor. Hay que ser prudentes ya que ayer conocimos las grandes líneas del plan, pero el diablo está en los detalles por lo que habrá que esperar a conocer el decreto, las normas contables y de provisiones que elabore el Banco de España y, sobre todo, el proceso de consolidación resultante que es una de los objetivos del plan.

La primera valoración sobre aumentar el saneamiento es positiva. El principal principio contable es que el balance refleje la imagen fiel del patrimonio y el plan mejora este principio. Es importante no caer en el maniqueísmo y empezar con mitos sobre la ocultación. Cuando se diseñaron los planes anteriores y las entidades prepararon sus planes de viabilidad no se contempló una recaída de la economía en 2011; y más de la intensidad con la que lo está haciendo. El FMI el pasado mes de septiembre no solo no esperaba una recesión, sino que pronosticaba un crecimiento próximo al 1,5% para España.

La recesión ha provocado un desplome de las ventas de viviendas al cierre del pasado año superior al 50% con respecto a 2010 y del 75% desde los máximos de 2006. El problema es que las viviendas ya están construidas y aunque la construcción de nuevas se encuentra en mínimos desde 1960, la ejecución de embargos hipotecarios, la escasa creación de hogares, la restricción de crédito y el deseo de las familias de reducir su exposición a la inversión en vivienda, especialmente de segunda residencia, aumenta el stock de oferta y explican que el ajuste sea vía precios, lo cual nos lleva al mayor deterioro de los activos bancarios de los activos inmobiliarios. Por lo tanto, el saneamiento es necesario y deseable, pero si se quiere acabar con la crisis bancaria y de crédito, la prioridad es poner fin a la recesión.

El principal principio contable es que el balance refleje la imagen fiel del patrimonio y el plan lo mejora

Este escenario tan complejo ayuda a explicar la extrema rigideces de la demanda de vivienda y su escasa sensibilidad a la caída de precios desde 2008. En estos escenarios de demanda rígida, si se aumenta significativamente la oferta de viviendas disponibles para la venta, lo que dicen los manuales de economía es que los precios de los pisos caerán significativamente, por lo tanto no es seguro que el plan vaya permitir a las entidades deshacerse de los activos problemáticos, especialmente del suelo. En EE UU la banca ha vendido masivamente pisos ejecutados desde 2008, ha desplomado los precios y la demanda siguen en mínimos y sin señales de recuperación. Hasta Martin Feldstein, principal asesor económico de Reagan en los años ochenta, ha pedido la intervención pública no para ayudar a los bancos, sino para ayudar a los hipotecados, frenar el proceso de embargos, estabilizar los precios de la vivienda, poner fin a la descapitalización del sistema bancario y permitir la normalización del crédito.

El otro gran objetivo del plan es abrir el mercado de financiación mayorista para nuestras entidades. Siempre que se habla de los mercados financieros me surge el mismo dilema, ya que no conozco a todos los inversores, pero de nuevo el plan del Gobierno es condición necesaria pero me temo que no será suficiente. Nadie duda que Santander y BBVA cumplirán el nuevo plan de saneamiento sin problemas, entonces ¿por qué no han podido emitir en los mercados desde mayo de 2011 hasta esta semana?

La dificultad de acceso de la banca española a los mercados está directamente relacionada con la crisis del euro y con el temor de los inversores internacionales a que los problemas de Grecia y, ahora de Portugal, acaben con una salida desordenada de la moneda única que ponga en cuestión su viabilidad en el futuro.

España se redimió del pecado original del riesgo cambiario cuando entramos en el euro, pero de nuevo los inversores lo vuelven a incorporar en sus expectativas y se refleja en nuestra prima de riesgo con Alemania, EE UU, Suiza o Suecia.

Los manuales de economía destacan que la duda sobre su viabilidad futura es el veneno que hace insostenible un tipo de cambio fijo y desencadena la fuga de capitales, la crisis cambiaria y el frenazo brusco de las economías. En el caso del euro, la implicación institucional es máxima y los costes de salida también lo serían, con mayor pérdida esperada para los bonistas. Por esta razón, hasta que los países europeos no hagan un reconocimiento de su error de diagnóstico, pongan en marcha un plan urgente y contundente para reactivar el crecimiento de la Eurozona y eliminen los temores de la ruptura del euro será muy complicado normalizar el acceso a los mercados de nuestras entidades, aunque el plan sin duda ayudará.

Las subastas del BCE han supuesto un gran alivio, pero nuestro sistema bancario tiene deuda a corto plazo y vencimientos de largo plazo en 2012 con inversores no residentes que superan el 50% de nuestro PIB y la autoridad monetaria puede suplantar al mercado transitoriamente pero no de manera permanente.

Si fuera posible la alquimia monetaria nunca habría habido crisis de deuda y esta no es la primera ni será la última. Conclusión: un plan necesario aunque insuficiente. Lo menos positivo es que volvamos a recapitalizar con híbridos de capital para los que será complicado conseguir la autorización de Bruselas.

José Carlos Díez. Economista jefe de Intermoney

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