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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Reforma Guindos: capital y fusiones a toda máquina

El ministro de Economía, Luis de Guindos, presentó ayer, tras lograr el aval de la Comisión Delegada para Asuntos Económicos, las líneas maestras de la reforma financiera, con la que pretende restablecer la solvencia del sistema en un periodo de tiempo relativamente corto, no más allá de final de este año. El calado de las decisiones, si su aplicación se ajusta al calendario, devolverá a los bancos y cajas españoles los niveles de prestigio que siempre habían tenido y, con él, la facilidad de financiación y de crédito. Podrá hablarse entonces de que la reestructuración del sistema financiero está culminada, algo que se ha dado por hecho varias veces en el pasado, cuando únicamente se ponían parches. Además, con la reforma financiera los bancos aflojarán la presión que indirectamente ejercen sobre las finanzas públicas, muy cuestionadas por los fiadores internacionales por el temor creciente y latente de que los problemas del sector financiero español pueden explotarle en las manos al Estado, como ya lo hicieron en Irlanda o Reino Unido.

Tal como recordó ayer el titular de Economía, de una sola tacada, y en 11 meses desde hoy (23 en el caso de entidades que se fusionen como vía de fortalecimiento de solvencia), la banca tiene que replicar un esfuerzo similar al que durante cuatro años de crisis ha hecho empujada por las circunstancias y la presión de las autoridades. Cierto es que el Ejecutivo socialista dio los pasos precisos para desmontar el tinglado jurídico y societario de las cajas de ahorros, pero ni redimensionó ni saneó la banca. Ahora, y empujado por la urgencia de una economía varada en la recesión, el Gobierno del Partido Popular hará toda una revaloración de los activos inmobiliarios problemáticos y una actualización de las provisiones que supondrá la aportación de 25.000 millones de euros. A ellos sumarán, en un ejercicio de solidaridad sectorial, la aportación de 10.000 millones adicionales de una provisión genérica del 7% sobre el crédito inmobiliario a promotores sano, y capital por otros 15.000 millones con la emisión de determinados instrumentos que pueden ser considerados de primera categoría.

Pese a lo abultado de la suma (50.000 millones), esta es absorbible por los bancos y cajas. Las entidades sanas generan recursos suficientes para cubrirlas sin esfuerzo (aunque se resienta la retribución del capital) y las dañadas disponen de una herramienta de gestión como las fusiones, la verdadera estrella de la reforma Guindos, que resuelve varias cosas a la vez: reduce entidades y capacidad, se compromete con el mantenimiento o elevación del crédito (exigencia obligada), se dispone en ese caso de dos cómodos años para culminar saneamiento y recapitalización, y se establecen estándares de buen gobierno y remuneración para devolver el buen nombre que, a causa de unos pocos, parecen haber perdido todos. Este diseño de transformación del sistema consume recursos generados por la maquinaria bancaria, aunque siempre se puede echar mano del oxígeno público del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), que tendrá mayor capacidad de socorro con una nueva inyección de capital para subir desde 9.000 millones a 15.000. Aunque el Gobierno no genera un nuevo instrumento con coste financiero para el Estado, sí aprovecha uno ya existente, con un coste sobre la deuda, aunque no contabiliza como déficit fiscal.

Las entidades con los balances perjudicados, que el Gobierno cifra en torno al 20% del negocio y está identificado en el entorno de las cajas de pequeño, mediano y gran tamaño, tienen estudiado el terreno de las operaciones corporativas hace tiempo. El proceso está maduro como para que en cuatro meses Economía y el Banco de España tengan sobre la mesa las propuestas de fusión. En ellas tienen que tomar parte muy activa las grandes entidades saneadas y, en la medida de lo posible, cortar los patrones necesarios para que no queden dudas sobre la viabilidad de la banca española, de su capital y de su capacidad para captar liquidez y distribuir crédito.

No es baladí si en la operación bajan los precios de las casas, que lo harán ante la urgencia por limpiar balances para liberar provisiones leoninas. Pero lo importante es restablecer la confianza perdida de los financiadores y el crédito a la clientela. No es condición suficiente para recuperar el crecimiento, pero sí imprescindible.

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