_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Exprimir a Irán

Los gobernantes iraníes sienten el calor. La república islámica se vio obligada recientemente a apoyar su moneda poco después de que EE UU impusiera sanciones con el objetivo de que abandonen su programa de armas nucleares. El freno europeo a las importaciones de crudo iraníes podría añadir presión a Teherán antes de las elecciones de marzo.

Las ambiciones nucleares de Irán son un problema. Pero más sanciones podrían no ser la solución. Si China no coopera, estas pueden simplemente acabar distorsionando el mercado de petróleo. Las nuevas medidas son duras. EE UU controla el objetivo de las ventas de crudo iraní dificultando a las empresas extranjeras hacer negocios con el banco central del país. Y el embargo de la UE, acordado a principios de esta semana, afectaría a alrededor de un cuarto de los 2.500 millones de barriles de crudo que Irán exporta cada día.

China sigue siendo el mayor comprador de crudo iraní. El ministro de Asuntos Exteriores chino ya ha criticado las restricciones de EE UU. Prefiere actuar a través de la ONU, sosteniendo que las sanciones unilaterales solo aumentan las tensiones. China puede también tener un incentivo financiero para no cooperar. Si los otros compradores cortan el grifo, Pekín ganaría gran influencia que le serviría a la hora de negociar el precio del petróleo con Irán. Y no parece que EE UU vaya a tomar represalias contra uno de sus mayores socios comerciales.

Las sanciones afectarán a la economía iraní. Pero Teherán puede ser capaz de arreglárselas. Cuba y el Irak de Sadam Hussein sobrevivieron a las sanciones durante años y el ermitaño reino de Corea del Norte es ahora nuclear. Irán es diferente -sus líderes se enfrentan a una oposición política interna-. Pero el dolor por las sanciones podría reforzar el sentimiento antioccidental. Los adversarios de Irán tienen buenas razones para pedir la completa capitulación en cuestión de armas nucleares; retornar a las negociaciones no es suficiente. Pero deben actuar con cautela. La historia sugiere que el resultado más probable es que las sanciones distorsionen el mercado pero no consigan parar los intentos nucleares de Teherán.

Por Rob Cox

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_