La crisis convierte en responsables a los 'ninis'
El paro se ceba con los jóvenes y ellos reaccionan prestando más atención a los estudios e independizándose
Los ninis van camino de su extinción. La generación de jóvenes, de entre 16 a 34 años, que ni estudia, ni trabaja, ni se independiza, ni nada de nada, ya es una minoría. La crisis económica ha acelerado un cambio de actitud, pero sobre todo ha acrecentado un mayor sentido de la responsabilidad. Y ha originado una caída del peso de este colectivo: entre 2007 y 2011 pasaron de ser el 3,8% al 2,8% del total de los jóvenes. En el primer trimestre de 2011 eran unos 300.000, el 2,7% del total de jóvenes, frente a los 450.000 que había en 1995. Son datos que aparecen en el Índice Laboral ManpowerGroup, que revela que, frente a la creencia popular, los ninis ni son tantos ni es un fenómeno nuevo.
Entre los problemas que ha generado la crisis, el más relevante es el fuerte aumento de la tasa de paro de los colectivos más jóvenes, aquellos que han absorbido el grueso de la pérdida de empleo (cerca del cien por cien de todos los puestos de trabajo perdidos los ocupaban personas con edades inferiores a los 35 años). Esta sangría ocupacional ha comportado un intenso incremento del desempleo, hasta el 29,1% de la población activa en el primer trimestre de 2011, muy por encima de la tasa de paro del resto de la población activa (del 17,1%). Ambos fenómenos, dice el informe elaborado por el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Josep Oliver, han venido acompañados de un incremento en la escolaridad de los jóvenes, un mecanismo tradicional de respuesta a la reducción del coste de oportunidad de abandonar los estudios.
Si se compara el ritmo de crecimiento de estudiantes y de la población joven entre 2007 y 2011, hay notables diferencias entre el boom económico, entre 1995 y 2007, donde el colectivo de estudiantes cae a una tasa anual del 2,3%, muy por encima del 9,9% prácticamente en que se estuvo moviendo la población joven total. Los estudiantes retrocedieron en 740.000 individuos, una caída relativa del 25% desde los 2,9 millones de 1995 a 2,2 millones de 2007. Desde 2007 a 2011 se observa un aumento en el volumen de estudiantes próximo a los 200.000, un 2,1%, frente a una caída del 1,4% de la población total de jóvenes de entre 16 a 34 años.
Los efectos de la crisis se han hecho especialmente evidentes en la destrucción de una parte muy importante del empleo que tenían los jóvenes. De hecho, de los ocho millones de puestos de trabajo que ocupaban en el tercer trimestre de 2007, se ha pasado a los escasamente 5,8 millones en el primer trimestre de 2011, un retroceso cercano a los 2,4 millones, que explica más del 100% de toda la destrucción de empleo del país.
De esta manera, los ocupados, que constituían el grupo mayoritario de los jóvenes de 16 a 34 años justo al inicio del periodo de expansión (en el entorno del 43%), ganaron más de 22 puntos porcentuales sobre el total de jóvenes, hasta representar dos terceras partes del total en 2007 (65,6%). La crisis, lógicamente, sostiene Oliver en su análisis, ha hecho declinar esta aportación, situándola en el entorno del 51% en el primer trimestre de 2011, unos 15 puntos menos que en 2007 pero, también, unos 7 puntos más que en 1995.
Parte de esta destrucción de empleo se ha traducido en un aumento del paro, que ha crecido en 1,4 millones (desde los 990.000 del tercer trimestre de 2007 a los 2,4 millones de 2011), lo que ha situado el desempleo absoluto aproximadamente en el mismo nivel que en 1995. Es en este contexto de expulsión del empleo y de fuerte aumento del paro dónde hay que inscribir la respuesta de los jóvenes a la crisis. Una parte de la misma se ha traducido, como se ha indicado, en el aumento de la tasa de escolaridad, reflejo, a su vez, a otra respuesta previa, que es la reducción de la actividad. Otra es el abandono del país, hasta ahora efectuado mayoritariamente, pero no en cifras menores, por la inmigración juvenil.
Junto a estas respuestas tradicionales, se ha venido debatiendo en los últimos meses sobre un pretendido aumento de los ninis, aquellos jóvenes que no están en el mercado de trabajo (porque ni trabajan ni están parados) ni en la escolarización. Esta catalogación responde, inicialmente, al diagnóstico de este fenómeno en Gran Bretaña, dónde se comenzó a detectar un aumento de este colectivo a partir del inicio de la crisis. En el caso español, la situación es distinta. Y no solo porque el importante contingente de jóvenes inmigrantes altera de forma sustancial el comportamiento agregado de los jóvenes, sino por otras razones sociales y demográficas.
También hay otro importante cambio: cae el número de jóvenes que continúan viviendo con sus familias, y aumenta las unidades familiares dirigidas por jóvenes. Los independientes aumentan intensamente entre 1995 y 2011, lo que significa un 21%, en cerca de un millón, o lo que es lo mismo, desde los 3,6 a los 4,6 millones.
Más sacrificio y proactividad en el primer empleo
Los jóvenes universitarios que quieran encontrar un empleo, no se deben encomendar solo a un expediente académico excelente, si no que deben contar con otras habilidades. "El empleador busca a un emprendedor dentro de la empresa. Alguien nuevo que traiga ideas nuevas. En España tenemos la mentalidad estática. De llegar nuestro primer día de trabajo y esperar que nos digan qué tenemos que hacer", indica Francisco Mata, decano de estudios de grado de IE University.Es una conclusión del primer informe llamado Los perfiles universitarios más demandados por las empresas en España, elaborado por esta institución, contestada por 38 directores de recursos humanos de empresas del Ibex y de multinacionales asentadas en España.En este estudio se destaca que las empresas valoran, por este orden, el conocimiento de idiomas, el perfil internacional, las relaciones públicas y el emprendurismo dentro de las compañías. Solo en séptimo lugar aparece el deseo de que tengan un elevado conocimiento técnico en el sector en el que vayan a trabajar. "Las empresas no valoran un conocimiento profundo aprendido en la universidad, porque todas ellas cuentan con cursos de formación propios", explica. "Formar personas es más importante que la parte técnica".Entre las aptitudes que demandan las empresas está la proactividad, la autoexigencia, la capacidad de trabajo y de sacrificio o la movilidad geográfica. Incluso el 100% de los consultados destacaban la importancia de que los jóvenes hayan realizado prácticas en empresas durante sus estudios.Pero los idiomas y tener un perfil internacional, como por ejemplo haber realizado una estancia en el exterior con una beca Erasmus, también es bien recibido en el sector privado. El inglés sigue siendo el idioma más importante, seguidos del francés y del portugués como tercer idioma, debido a la presencia de las multinacionales españolas en Latinoamérica y Brasil. Pero el chino está tomando también posiciones como otra de las lenguas demandadas.Respecto a las oportunidades que se abran según los estudios realizados, la carrera con más demanda según los directores de recursos humanos es Administración y Dirección de Empresas, seguida de Ingeniería de Sistemas, por encima de cualquier otra ingeniería.Además, el sector privado se fija no tanto en si el alumno ha estudiado en una facultad privada o pública sino en la institución que lo haya hecho. "El prestigio de las universidades ya sirve como un primer filtro en el proceso de selección".
Formación
La formación, sostiene el catedrático de Economía Aplicada Josep Oliver, sigue siendo una protección contra el paro. La pérdida de empleo es inversamente proporcional al nivel de estudios.De los 2.360 empleos perdidos al inicio de la crisis, 1.908.000 se han perdido en el grupo de estudios bajos. En el colectivo de nivel alto se han creado 195.000 empleos.