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Tribuna
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Jóvenes, redes sociales y revoluciones

En 1981, a los militares golpistas del 23-F les bastó enviar unos cuantos tanques a Prado del Rey para dejar a un país casi seco de información. En la noche de los transistores los españoles trataron de enterarse de qué estaba pasando en su país y cuál sería el futuro inmediato de su jovencísima democracia escuchando la radio. Una situación que les debe parecer remota a los jóvenes de nuestros días, que han crecido en una sociedad hiperconectada e hiperinformada. Según la edad promedio, los usuarios de Twitter tenían un año en 1981; los de Facebook, 3 y 6 los de LinkedIn; los de MySpace aún no habían nacido.

Ahora, treinta años después, hemos comprobado cómo el Gobierno depuesto en Egipto no pudo frenar el flujo de informaciones que dieron cuenta durante semanas de lo que estaba ocurriendo. Las imágenes y testimonios entraban y salían del país, retroalimentando un movimiento ciudadano que, como señala Manuel Castells, acertó al ocupar la Plaza Tahir de El Cairo: "la ocupación de un espacio público simbólico permitió a los medios de comunicación internacionales una cobertura informativa espectacular y continua, poniendo al mundo por testigo y mostrando a los revolucionarios su propia fuerza a través de canales por satélite en árabe, Al Yazira en particular".

Los ciudadanos egipcios se movilizaron y organizaron su resistencia utilizando las nuevas herramientas digitales de comunicación. Y gracias a los mismos medios y a la cobertura periodística internacional, el resto del mundo ha asistido en directo a la revolución y, además, ha mostrado su atención y, en muchos casos, su solidaridad y apoyo.

Egipto ha experimentado en los últimos años un desarrollo significativo en sus comunicaciones. En menos de tres años, ha duplicado el número de líneas de telefonía móvil y el de usuarios de internet, con más de 45 millones de líneas y 24,6 millones de usuarios para una población total de 80 millones de habitantes. En cuanto a las redes sociales, según datos de la propia empresa, Facebook cuenta en Egipto con 5 millones de usuarios, de los cuales un 5,5% accede a través de móviles.

Los medios de comunicación y las personas están tejiendo una red interconectada, compleja y difícil de desactivar, al estar formada por millones de nodos, tantos como individuos conectados y activos componen esa red. No todos los nodos tienen la misma capacidad o influencia, pero ninguno es imprescindible para que la comunicación siga existiendo.

El mundo se ha convertido en una gran caja de resonancia. Desde la web de elpais.com se podían ver las emisiones de Al Yazira y leer tweets escritos en El Cairo o Alejandría, que a su vez remitían a vídeos en Youtube o a cuentas de Facebook, donde se recogían testimonios de apoyo desde muchos rincones del mundo. La sociedad en red se ha manifestado en toda su amplitud. Que el Gobierno chino decidiera eliminar el término Egipto en sus buscadores da idea de lo pequeño y conectado que se ha vuelto el mundo hoy. La revolución está siendo televisada, twitteada, narrada, posteada, fotografiada, mapeada… en tiempo real. "No se trata de Twitter o Facebook, es el poder de la red", precisaba el periodista Mathew Ingram, para quien los nuevos medios sociales han sido los "aceleradores" del proceso, porque "la verdadera arma se encuentra en el poder de la comunicación interconectada, en sí misma".

Aún es pronto para poder analizar en profundidad lo ocurrido y el papel desempeñado por los nuevos medios en las insurrecciones, pero en lo que coinciden los analistas es en otorgar a los jóvenes el papel protagonista. La población de Egipto está entre las más jóvenes del mundo, al igual que el resto de Oriente Medio y el norte de África, donde el 65% de sus habitantes tiene menos de 30 años. La edad media en Egipto es de 24 años, frente a los 41,5 en España, y su población crece a un ritmo de 1,5 millones al año, el equivalente a la población de un país como Kuwait.

La red lo está cambiando todo. La cultura, la economía, la comunicación o la política. Llevamos tiempo entrando en una nueva era. La evolución futura de la comunicación dependerá del uso que hagamos como sociedad de los nuevos medios que tenemos a nuestro alcance; y eso, cada día más, dependerá de los jóvenes.

Julio Cerezo. Director de Evoca Comunicación e Imagen

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