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Sigue a la baja

El crédito, prisionero de la crisis en EE UU

El riesgo de las familias crece y dificulta la financiación

El crédito, prisionero de la crisis en EE UU
El crédito, prisionero de la crisis en EE UUBLOOMBERG

Luis M., de 38 años, encontró en mayo la casa que quería comprar. Diseñador autónomo y con una importante vida profesional desarrollada en Nueva York, Luis estaba dispuesto a pagar los 480.000 dólares que costaba el apartamento que había visto en Brooklyn. Desde hace años había ahorrado para tener una entrada de 180.000 sin agotar su liquidez. Su historial crediticio (certificado por las agencias de crédito que en EE UU determinan si alguien presenta riesgos o no) era impecable y, aunque reconoce que el año pasado -debido a la crisis-, ganó algo menos, sus ingresos han sido muy estables durante su carrera. Hace cuatro años le habrían puesto la alfombra roja en Citibank, donde solicitó el crédito. Hoy, meses después y tras darle la entidad muchas largas dignas de un anecdotario, ha tirado la toalla.

Luis acudió a un intermediario de hipotecas que le arregló la concesión de otra por otra entidad.

El caso de este diseñador es significativo de lo que ocurre en EE UU, un país en el que pese a las medidas extraordinarias de política monetaria, que se reactivaron el martes modestamente por la Fed, no hay fluidez en el crédito.

Y hay dos motivos para ello. El primero es que en un ambiente de desconfianza, los bancos no encuentran (o saben ver) a los clientes perfectos a los que prestar, máxime ahora que examinan los riesgos con lupa de muchos aumentos y han endurecido los estándares de concesión de préstamos. Por otro lado, se habla de deflación, de que no hay suelo para el precio de la vivienda ni tampoco techo para la tasa de paro. Por eso, ni ciudadanos ni empresas demandan préstamos.

Así lo muestran las estadísticas de la Fed. Esta semana verificó que el crédito a los consumidores se redujo en 1.300 millones de dólares en junio siguiendo su senda a la baja, que fue más pronunciada a principios de año. Los analistas de Barclays creen que se ha podido llegar al suelo, donde se permanecerá un tiempo.

En el estudio de la Fed sobre prácticas crediticias bancarias de Abril se aprecia que algunos bancos han endurecido sus estándares crediticios a pequeñas empresas y hogares y que, en general, la demanda de crédito "se ha debilitado aún más". Casi todos los bancos han informado de una demanda baja "debido a la reducida necesidad de financiación por parte de los clientes para sus empresas, equipamiento e inventarios".

Es algo que también comprueba la Federación Nacional de Empresas Independientes (NFIB, "la voz de los pequeños negocios") que afirma que, aunque en julio se ha mejorado ligeramente la actividad de préstamo, esta se mantiene "cerca de un momento bajo récord". Un 13% de los empresarios dice que es difícil obtener un crédito pero la mayoría ha explicado que no tiene necesidad de ello o no quiere pedir prestado. Solo el 4% dijo que consideraba un problema carecer de acceso al crédito.

La NFIB mide el índice de optimismo de los pequeños empresarios que se encuentra "en registros típicos de una economía en recesión". No es una sorpresa para Dave Rosenberg, economista de Gluskin Sheff, y uno de los analistas que menos se deja llevar por el optimismo. Ayer explicaba se sigue en el proceso de deshacer los excesos del ciclo de crédito.

Calificación crediticia baja

La incertidumbre laboral y de precios también han restado atractivo a unos tipos hipotecarios tan bajos como los de hace tres décadas (4.57% fijo a 30 años) que la Fed garantiza desde esta semana con su intervención. Las solicitudes de hipotecas no crecen.

Y cuando las hay, el proceso es más largo y complicado que nunca como en el caso de Luis. No obstante, muchos estadounidenses están manteniéndose al margen del mercado por el daño que la crisis y el exceso de préstamos ha causado en su historial crediticio. Según FICO, la empresa cuyos métodos se usa para elaborar los ratings de los ciudadanos, el 25,5% de los consumidores (casi 43,5 millones de personas) tienen una calificación crediticia de 599 o más baja, algo que les define como de alto riesgo y, en un ambiente de contención bancaria como el actual, les impide tener nuevas tarjetas de crédito, hipotecas o un préstamo para el coche. En el pasado reciente, y antes de la Gran Recesión, la media de personas con ratings por debajo de los 599 rondaban rondaba los 25 millones.

Historiales

-En los últimos dos años, y según cifras de FICO, 2,4 millones de personas con cuentas corrientes han caído por debajo de la calificación crediticia que les sitúa como alto riesgo. Es algo que complica las relaciones con bancos, financieras, empresas de servicios o los caseros. Restaurar el historial puede llevar años.-Un 17,9% de los ciudadanos tienen un rating superior a 800 (triple A). Es más que la media histórica, porque muchas personas han rebajado sus gastos y amortizado deuda para garantizar su capacidad crediticia.

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