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Porros, ¿sólo para holandeses?

Hace unos días comentábamos la propuesta de la Comisón Europea para que cada país de la UE decida si permite o no el cultivo de semillas transgénicas autorizadas por las autoridades comunitarias. Ahora, un magistrado del Tribunal de Justicia europeo considera legal que en Holanda se impida la entrada a los no residentes en los coffee shop (los lugares de venta y consumo de cannabis).A este paso, la libre circulación sólo la van a disfrutar las grandes empresas cuando deciden cerrar y trasladar su producción a otro país de la Unión Europea.

Los ayuntamientos holandeses, según un dictamen de Yves Bot, Abogado General del Tribunal de la UE, tienen derecho a limitar el acceso a los coffee-shops porque la actividad de esos locales comerciales "no está comprendida en el ámbito de aplicación de la libre prestación de servicios a la que se refiere al artículo 56" del Tratado de la UE.

El pleito que ha provocado la consulta prejudicial a la última instancia comunitaria enfrenta al Ayuntamiento de Maastricht y al propietario de uno de esos locales que se negó a discriminar a sus clientes en función de su pasaporte o residencia. Los ediles procedieron a cerrarle temporalmente un local que llevaba abierto más de 12 años.

El dictamen de Bot, no vinculante, recomienda al Tribunal de la UE que refrende la decisión del Ayuntamiento cuando emita su sentencia en los próximos meses. El magistrado francés, conservador y próximo políticamente a Nicolas Sarkozy, invoca fundamentos jurídicos para justificar la prohibición. Pero parece que también se le ha subido a la cabeza su intolerancia hacia cualquier consumo de estupefacientes.

Bot llega a asegurar en el dictamen (párrafo 117) que el llamado turismo de la droga (ciudadanos de los países vecinos que cruzan la frontera holandesa para fumarse un porro) es una "denominación engañosa" que "oculta, en realidad, un tráfico internacional de estupefacientes y nutre la delincuencia organizada".

El Abogado también rescata la teoría que denomina "de la pasarela" para asegurar que "no es menos cierto que una persona que haya experimentado los efectos alucínógenos del cannabis estará más fácilmente dispuesta a probar drogas con propiedades más intensas".

En el fondo, a lo que Bot aspira es a que los coffee-shops cierren sus puertas a todo el mundo, porque, a su juicio, la política de tolerancia holandesa "se basa en una distinción entre el consumo y los peligros respectivos de las 'drogas blandas' y de las 'drogas duras' [que] ha perdido toda su pertinencia habida cuenta de las nuevas formas de cannabis presentes en el mercado y de los riesgos que su consumo conlleva para la salud humana".

Si lo tenía tan claro desde el principio, quizá debería haberse inhibido en este caso para no hacer política a través del Tribunal.

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