Adiós, adiós a la prudencia
Harvey McGrath, presidente de Prudential, ha dicho a Financial Times que estaba "bastante desolado" cuando AIG rechazó recortar 5.000 millones de dólares en el precio de venta de AIA. ¿No estaba de acuerdo con el consejero delegado?
Anteriormente, el consejero delegado, Tidjane Thiam, dejó ver su error al aceptar un cargo no ejecutivo en Société Générale, mientras la compañía no lograba responder a las preocupaciones de la Autoridad del Servicio Financiero sobre la adecuación del capital tras la adquisición. Al final, la compra falló porque hubo suficientes accionistas de Pru que estaban preparados para rechazarla. Esto fue realmente valiente: muy pocos analistas de seguros pudieron decir algo inteligente sobre la oferta, ya que sus bancos esperaban una tajada de 650 millones de dólares en honorarios. Ahora, esos mismos gestores de fondos leían a McGrath diciendo que "la inmensa mayoría de nuestros mayores inversores dicen que no quieren ver un cambio en la parte más alta. Aquellos que piden el cambio son, al parecer, "la excepción".
Que el presidente diga esto es una cosa extraordinaria. Cuando la ambición de esta talla falla, no tiene sentido pretender que se puede volver a la rutina habitual. Afirmar que el intento de Pru de doblar su tamaño era simplemente "acelerar el crecimiento del negocio en Asia" es despreciar a los accionistas.
Después de un fracaso semejante, McGrath & Co podría haber considerado un periodo de silencio. Podrían mostrar cierta constricción por haber echado a perder el equivalente de los dividendos de todo un año en una malograda aventura. McGrath puede insistir en que no rodarán cabezas. Ya lo veremos. Pero debería entender que no es su decisión.
Por Neil Collins