El candidato ideal para un cazatalentos
Carlos Dafauce reflexiona sobre los requerimientos con los que alguien que busque empleo debe enfrentarse a un entrevistador. Sinceridad, naturalidad, comunicación o interés son algunos de ellos
Antes de entrar en materia, creo que es importante hacer una matización. A la hora de hablar de un candidato ideal, parto de la base de que el aspirante reúne las características y competencias técnicas requeridas por el puesto (perfil hard), así como las características de liderazgo y de motivación que encajan en la empresa en cuestión (es muy diferente una multinacional con fuerte organización matricial que una empresa familiar, por ejemplo).
Aclarado este punto, el candidato ideal sería aquel que logra la química necesaria con el cliente para obtener el sí quiero mutuo. Hay algo de matrimonio en una relación profesional-empresa. De hecho, la labor del cazatalentos no acaba con el sí quiero. Probablemente, la situación más frustrante sea observar que no se produce el encaje en el inicio de la convivencia con el entorno cultural en el que se va a desenvolver el candidato.
Esto no es baladí o, simplemente, un tema sentimental. Las firmas de cazatalentos que pertenecen a la AESC Española (Association of Executive Search Consultants) -unas 20- garantizan la reposición del candidato fallido por un periodo de 12 meses.
Todo candidato ha de ser naturalmente simpático. La química con el entrevistador se basa en la empatía
Por tanto, a la hora de elegir al candidato idóneo habría que plantearse un par de cuestiones: ¿qué valores de personalidad son los básicos para garantizar esa química? ¿Existe el candidato comodín que gusta a todo el mundo?
A mi juicio, existen una serie de cualidades básicas para que al menos alguien se aproxime a ese ideal:
-Saber escuchar: al cliente no se puede ir como a un pitch, vendiendo lo maravilloso que es uno. Aparte de dar una sensación de arrogancia, que actualmente vende mal, a veces se transmite ansiedad; más bien se ha de dar una sensación de humildad en la verdad, mostrar que uno es consciente de sus puntos fuertes desde una perspectiva técnica y humana, que no busque causar impresión en su entrevistador, sino que exponga su experiencia desde un punto de vista objetivo.
-Se debe comunicar bien, con lenguaje verbal y corporal, sonar y mostrarse natural, sincero y honesto, pero con una buena dosis de energía y positividad.
-En cuanto al contenido de lo que se dice, hay que tener las ideas claras, responder con criterio y evitar irse por las ramas.
-Todo candidato ha de ser naturalmente simpático, no se ha de pasar y forzar la situación, ni ha de ser solamente un mero entrevistado que responda preguntas, la química con el entrevistador se basa en la empatía. Siguiendo con el símil del principio, antes del matrimonio está el noviazgo y para que salte la chispa ha de haber un encuentro que tiene mucho que ver con dicha química. Para esto no existe una receta en concreto, igual que no existen fórmulas para poder captar el interés de quien busca pareja, lo que sí que es cierto es que la naturalidad y el buen humor suelen dar muy buen resultado.
-Quizás lo más importante, demostrar interés y compromiso por el proyecto o la empresa con las preguntas adecuadas. El cliente, al igual que la futura pareja, quiere siempre ver motivación y compromiso. Recientemente, un cliente me comentó: "La duda metafísica en la entrevista es la antesala del fracaso".
Al hablar del candidato ideal también se puede hacer otra lectura: ¿qué debe hacer el pretendiente candidato para encajar con el cazatalentos previo a su presentación al cliente? La premisa es que los cazatalentos somos intermediarios entre el candidato y el cliente y debemos velar por el interés de ambos. Lógicamente, la actitud del candidato no puede ni debe ser diferente a lo antes comentado. Hay que ser congruente.
Por ello, es fundamental encontrarte a una persona que desde el comienzo demuestre claridad en cuanto a su interés o no por un cambio en general y por el proyecto que se les explica en particular, que sea educado, devuelva las llamadas, sea sincero y honesto respecto a su situación actual y expectativas. Aunque parezca mentira, hay personas que cuentan historias diferentes en cuanto a su experiencia, pretensiones económicas, motivación real de cambio, etcétera, al cazatalentos y, posteriormente, al cliente. Eso es hacerse el haraquiri.
Carlos Dafauce. Socio de Boyden