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Tribuna
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Asegurar la fiabilidad de la generación renovable

La relevancia del sector energético para el desarrollo de toda economía es indiscutible y la mejora de su funcionamiento tiene efectos multiplicativos sobre la actividad económica. Por ello, el diseño del modelo productivo futuro no puede prescindir de una planificación a medio y largo plazo en materia energética. El debate sobre la composición del parque generador está de plena actualidad, tal y como reflejan las propuestas recientemente planteadas en el Congreso por parte del Ministerio de Industria. Uno de los pilares en torno a los que gira el debate es la cuestión renovable, actualmente en el punto de mira por la cuantía percibida por estas tecnologías en concepto de primas. Estrechamente ligado a esta cuestión se encuentra la problemática que viven las centrales de ciclos combinados, respaldo de las anteriores y cuya rentabilidad actual amenaza su viabilidad.

En España se ha apostado fuertemente por un modelo energético limpio, dotando de un papel protagonista a las energías renovables, lo que la ha situado a la cabeza mundial en su desarrollo e implementación. Las primas a estas tecnologías verdes no siempre han sido acertadas en cuantía o procedimiento pero han permitido a las energías renovables adquirir un papel principal dentro del mix de generación, como ilustra el hecho de que representen ya el 12% de la energía final. Ello ha contribuido a reducir emisiones y a mitigar los problemas de la dependencia energética respecto al exterior. No obstante, sigue habiendo ciertos factores técnicos que generan problemas para gestionar eficientemente esta energía, por ejemplo, por el tamaño reducido de algunas instalaciones y la elevada volatilidad en términos de disponibilidad. Por la poca firmeza de estas energías, especialmente la eólica, la intensificación de la participación renovable hace necesaria la disponibilidad de una capacidad adicional que sirva como respaldo para asegurar el suministro. Actualmente, esta capacidad proviene principalmente de los ciclos combinados, pero esta situación no parece sostenible.

La inversión en ciclos combinados, relativamente reciente, se planificó antes de la entrada masiva de las renovables, por lo que su papel era cubrir la demanda de base, lo que implicaba un funcionamiento muy intenso de estas centrales. Sin embargo, su función se ha ido modificando por la intensificación en la introducción de energía renovable y la caída de la demanda, propiciando un cambio del valor de los ciclos combinados, que ahora se configuran como centrales fundamentales en el respaldo a las renovables. Su principal valor, por tanto, reside en su disponibilidad, fundamental cuando hay que respaldar una parte destacada y creciente de la generación con centrales poco gestionables como son las renovables. No obstante, su cambio de rol no ha venido acompañado de un cambio en la estructura retributiva, lo que ha reducido su margen de rentabilidad hasta amenazar su viabilidad. En consecuencia, el futuro de los ciclos combinados no es muy halagüeño y esto es preocupante desde el punto de vista de la gestión del sistema, ya que esta tecnología aporta dos cualidades imprescindibles para seguir apostando por las renovables, flexibilidad y firmeza. Por ello, si se quiere seguir apostando por la generación con renovables es necesario buscar mecanismos para mantenerlas operativas a través de incentivos a la disponibilidad y evitar así el riesgo de su cierre.

En definitiva, la planificación del mapa de generación futuro es una cuestión fundamental que debe ser acometida con seriedad. Hay que solucionar las deficiencias del sistema para que sea posible una introducción paulatina de energía verde con garantías de calidad del suministro. Este objetivo debe cobrar sentido dentro de la política energética desarrollada por el ejecutivo, actualmente condicionada por otros factores como el decreto del carbón o la decisión en torno al futuro de la energía nuclear, lo que da lugar a un conjunto de aspectos a priori difíciles de encajar, máxime cuando se desdibuja la posibilidad de un pacto de Estado sobre la cuestión. En cualquier caso, no cabe duda de la necesidad de asegurar un desarrollo de la estructura de generación con futuro que permita acoger generación renovable con las garantías necesarias de fiabilidad.

Jordi Esteve Bargués. Director de Regulación y Competencia de Solchaga Recio & asociados

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