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Palabra de griego

Continúa, por desgracia, la moda de citar a los clásicos griegos para comentar el cataclismo financiero de la Grecia actual. Pero los textos de hoy, ayer o mañana, ofrecen un retrato más exacto de lo que ocurre en el país balcánico desde hace 60 años.

Pongamos, por ejemplo, el discurso del pasado martes (27 de abril) del gobernador del Banco de Grecia, George A. Provopoulos, en Atenas, en el que reconoce que el principal déficit de su país es el de credibilidad. Provopoulos admite que la economía griega ha entrado "en un círculo vicioso" cuya "única salida es restaurar la confianza" y "romper con el pasado".

El gobernador griego cree que su país natal ha pecado de preocuparse demasiado por el presente y nada por el futuro; de regodearse en un consumismo por encima de su capacidad de producción; de una aplicación irregular de leyes y reglamentos; y del empeño de algunos por mantener privilegios que van en detrimento del interés común. "Todo esto tendrá que cambiar si queremos superar la profunda crisis actual", concluye Provopoulos.

Esta misma semana también, en The Wall Street Journal Europe, el periodista y ensayista griego, Takis Michas, hace un retrato nada complaciente de la realidad de su país. "El principio central de organización de la sociedad griega siempre ha sido el clientelismo político", señala Michas en una tribuna que no esconde la vocación liberal del autor. Michas atribuye esa tradición al hecho de que las clases dirigentes griegas surgidas tras la independencia del Imperio Otomano "ven el Estado, no como un instrumento para la protección de activos pre-existentes, sino como una fuente principal de ingresos".

Imagen: Guardia ante el Parlamento de Atenas (del archivo de la CE).

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