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Columna
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El Fondo Monetario Internacional y Mr. Hyde

José Carlos Díez

Aún no me he recuperado del impacto que me ha provocado el trastorno bipolar que ha sufrido el FMI. En abril de 2009, cuando Bernanke comenzaba a hablar de brotes verdes, el FMI anunciaba que las minusvalías y provisiones del sistema bancario internacional superarían los cuatro billones de dólares y jaleaba a los Gobiernos a nuevos impulsos fiscales, a inyectar capital en el sistema bancario e incluso recomendaba nacionalizaciones transitorias de bancos para evitar la depresión económica o una crisis a la japonesa en el mejor de los escenarios y anticipaba un crecimiento del 0% para EE UU en 2010.

Un año después espera pérdidas bancarias próximas a dos billones de dólares, la mitad de hace un año, estima que el crecimiento en EE UU estará próximo al 3% y advierte a los Gobiernos que los excesos cometidos con la deuda pública son el principal riesgo que enfrenta la economía mundial en el futuro. Sorprende que en Washington no asuman su pérdida de influencia y que los directores gerentes estén deseando retornar a sus países natales. Mis condolencias a nuestros vecinos griegos que se ven obligados a ponerse en manos de estos cirujanos que a la mínima duda amputaran para evitar gangrena.

Ni los que hace un año anticipamos la luz al final del túnel esperábamos una recuperación tan intensa de la deflación de activos y de la demanda efectiva mundial, pero eso no significa que ya hayamos pasado el peligro de la crisis de deflación de deuda en la que hemos estado inmersos. Irving Fisher explicó con maestría este tipo de crisis en 1933 y por primera vez estamos siguiendo sus recomendaciones en el tratamiento de política económica, por lo que estamos en un experimento y en ciencias sociales los experimentos con gaseosa. Por supuesto que el riesgo de crisis bancaria sistémica ya no está en el escenario pero la cuestión es si los bancos cuentan con suficiente capital para atender con normalidad la demanda de crédito y si con su balance actual podrían financiarse con normalidad sin las políticas heterodoxas de los bancos centrales. La respuesta es que no y hay que ser muy cuidadoso con la retirada de los estímulos y explicar a la sociedad que la crisis de la deuda pública simplemente es una fase más de la rehabilitación que hay que tratar pero que tiene sus tiempos.

Sobre nuestra querida España lo más positivo es que el FMI se une a los que consideramos que el conjunto del sistema bancario tiene capital suficiente para hacer frente a las minusvalías y dotaciones derivadas de la crisis, algo que obsesiona a la tribu de inversores y analistas. Coincide que hay entidades que necesitarán capital público pero la mayoría ya está bajo el amparo del FROB y en el resto urge agilizar los trámites.

Es curioso que el Fondo llegue a esta conclusión ya que en su cuadro macro, España es el único país al que sólo han revisado al alza sus errores de previsión de los últimos trimestres pero su escenario sigue siendo poco factible. Haciendo un ejercicio aritmético, si mantenemos constante el PIB del cuarto trimestre de 2009 durante todo 2010, el PIB tendría una contracción en el promedio del año de -0,5%. El Fondo espera un -0,4%, por lo que su escenario central es de estancamiento y cabe preguntarse ¿cuál es su escenario de riesgo? Si hacemos el mismo ejercicio para el consumo privado, el Fondo espera estancamiento. Aunque no revelan sus hipótesis, está claro que el Fondo sigue apostando por un escenario japonés para España. Reducción de deuda nominal de las familias, elevada tasa de ahorro, consumo estancado y tasa de paro en máximos.

En el último año las ventas de coches aumentaron más del 60%, las ventas de casas usadas un 25%, las de casa nuevas un 15%, las ventas de vehículos de carga, sin subvenciones, un 15%, las exportaciones en términos reales otro 15%, las pernoctaciones turísticas de no residentes un 5% y las de residentes un 4%.

La historia nos enseña que apostar en contra del consumidor español es apostar a perdedor por lo que en abril de 2011 el FMI sufrirá otro trastorno bipolar con nuestra querida España y reconocerá que hemos crecido, pero se habrá equivocado con el consenso y de nuevo no pasará nada.

José Carlos Díez. Economista jefe de intermoney

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