¿Somos tan ignorantes?
Disponemos ya de diferentes libros e informes sobre la crisis financiera y se percibe una constante en todos ellos: nuestra ignorancia sobre lo que ha pasado y la dificultad de predecirlo. Y si lo pensamos un poco, no parece que seamos tan ignorantes:
-Sabemos que el mercado es lo que mejor funciona, pero tiene fallos. Varios de ellos han originado esta crisis: la falta de información y escasa transparencia de los mercados financieros, problemas entre el agente y el principal en la gestión de las entidades financieras, situaciones de riesgo moral en los comportamientos de los intermediarios y escenarios de selección adversa, en la elección de los activos financieros por los ahorradores y de los prestatarios de las hipotecas por las entidades financieras.
-Los Estados nacionales han ido interviniendo, con más o menos acierto, para corregir los fallos de mercado de sus economías, pero no tenemos reguladores que corrijan los fallos de la economía global.
-Nos movemos en un entorno global y esto ha permitido canalizar con facilidad los ahorros desde dónde se generaban a donde se necesitaban. La aparición de China, con una tasa de ahorro superior al 40% de sus ingresos y un superávit en su cuenta corriente del 6% de su PIB, ha incrementado la oferta de fondos prestables en los mercados financieros globales.
-Y, quizás lo más novedoso de esta crisis, es que se venía realizando de manera generalizada una política monetaria superexpansiva, ante una inflación controlada de precios de bienes y servicios, pero sin prestar atención a las fuertes subidas del precio de los activos reales y financieros que estaba originando.
En efecto, éste ha sido el gran cambio. Si el modelo keynesiano fracasó en su intento de explicar la estanflación (inflación y paro) de los 70, aprendimos con el modelo de oferta y demanda agregadas que las políticas de demanda expansivas, fiscal, monetaria y comercial, provocan inflación. Este modelo también nos permitió controlar la inflación combinando las políticas de renta con una expansión moderada de la oferta monetaria y, en este entorno, los bancos centrales independientes, se acostumbraron a crear dinero y bajar los tipos de interés, si los precios estaban controlados; pero vigilaban los precios de los bienes, no los de los activos reales y financieros. Y esto es lo que debemos aprender y corregir.
Crear dinero eleva el precio de los activos financieros y por ello baja el tipo de interés de dichos activos. Y esta bajada abarata el crédito, anima la inversión en equipos y viviendas y el consumo de bienes duraderos que suelen comprarse con préstamos, aumentando la demanda agregada, la producción y el empleo.
En los años previos a la crisis, junto a la enorme oferta de fondos prestables del ahorro internacional, la expansión monetaria ha sido excesiva y permanente y ha alimentado la burbuja de los precios de los activos financieros. Los incrementos de riqueza deben originarse por la actividad empresarial real y no por la subida de precios de los activos financieros, que los movimientos especulativos originan debido a las políticas monetarias expansivas.
José María O'Kean. Catedrático de Economía de IE Business School