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Opinión
Tribuna
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Multinacionales y directivo global

Una percepción común en el ámbito económico y empresarial internacional es que, definitivamente, España cuenta con grandes e importantes empresas multinacionales cuya expansión comenzó en América Latina, región que verdaderamente les ha proporcionado el aprendizaje, experiencia y habilidades en el manejo de inversiones internacionales tan necesarias para expandirse globalmente.

En América Latina, la inversión bruta acumulada durante el periodo 1993-2008 asciende a 123.714 millones de euros, cantidad que equivale al 11,4% del PIB nacional de 2008. Esta cifra representa por sí sola un claro indicador de la notable importancia que tiene Latinoamérica como destino de los flujos de inversión, de los que casi el 95% se concentran en ocho empresas: BBVA, Endesa, Gas Natural, Iberdrola, Repsol YPF, Santander, Telefónica y Unión Fenosa. Otra característica singular es que esta inversión, en mayor medida, se concentra principalmente en cuatro países: Argentina, Brasil, México y Chile, que acumulan 107.895 millones de euros, lo que supone el 87% del total, destacando la primacía de Brasil, que alcanza 35.000 millones de euros.

Consolidados los importantes desembolsos y posiciones alcanzadas, una nueva etapa se abre, la cual reclama incorporar nuevos planteamientos organizativos y estratégicos en consonancia con los cambios que se han producido durante las últimas dos décadas a lo largo y ancho de la región.

Las reglas económicas, políticas, sociales e incluso culturales actualmente vigentes guardan muy escasa relación con las que regían cuando comenzaron las empresas españolas en los años noventa el periplo inversor. Pero es que, además, así como las multinacionales españolas han evolucionado y se han hecho importantes jugadores globales en el ajedrez económico mundial, también América Latina ha ampliado durante las dos últimas décadas sus relaciones económicas, comerciales y geopolíticas con el mundo, lo que le hace estar más presente en la globalización.

Ello unido a la fortaleza demostrada ante la situación de crisis económica y financiera actual, así como el ascenso de Brasil en la economía internacional, demanda nuevos planteamientos organizativos y estratégicos para continuar avanzando en el continente, tan necesarios e interconectados para fortalecer la diversificación y expansión mundial de las empresas españolas.

Parafraseando a Keniche Ohmae: "Tiempos diferentes exigen guiones diferentes", y el nuevo guión pasa por incorporar un activo directivo global, lo cual conlleva un nuevo perfil en cuanto a su interpretación de los negocios y riesgos globales. Este nuevo perfil debe añadir a las tradicionales funciones de dirección una concepción del mundo más social, más geoestratégica, más intercultural y, definitivamente, más global, de manera que sea capaz de reconocer e interpretar las fuerzas del cambio para poder adelantarse con éxito a sus competidores y, de esta manera, afianzar su liderazgo en armonía con el entorno social, cultural y político.

En esta nueva etapa, la perspectiva Latinoamericana para el directivo de las multinacionales españolas se enmarca en un entorno de relaciones más amplias, complejas e interrelacionadas fuertemente con países de otras regiones, como lo representa el caso más conocido de EE UU, de China y el sudeste asiático y, en menor medida, India (por el momento).

Todas estas razones y otras emergentes en el mundo de la economía y los negocios globales exigen gestionar eficazmente inversiones y tomar decisiones más ajustadas y acertadas con el marco geoestratégico, donde las reglas de juego se distinguen por ser cambiantes, flexibles y en permanente evolución. Este marco hace más necesario y más apremiante que nunca saber integrar en la mente del directivo global la flexibilidad desde el conocimiento de un mundo económico cada vez más interrelacionado, donde muchas de las nuevas áreas de actividad e influencia económica se encuentran en el mundo emergente, principalmente dentro de los países denominados BRIC: Brasil, Rusia, India y China, que están redefiniendo radicalmente el contexto económico en el que deben operar las organizaciones, obligando a las empresas del mundo desarrollado a diseñar estrategias competitivas para contrarrestar la incertidumbre ante dichos cambios y, al mismo tiempo, aprovechar las oportunidades que ofrecen estos mercados de alto crecimiento.

El mundo globalizado es una realidad difícil, llena de desequilibrios, desafíos y riesgos, siendo sobre todo en este terreno donde las empresas multinacionales españolas deben enfrentarse en una lucha de todos contra todos y, por otra parte, de todos con todos, porque las "oportunidades y beneficios" se desplazan cada vez más rápidamente de Occidente a los países de nueva industrialización o llamados emergentes, como los latinoamericanos.

Ramón Casilda Béjar. Asesor internacional de empresas. Presidente de la Comisión de Relaciones con Iberoamérica de CEDE

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