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Columna
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El negocio de la deuda

Después de que Kraft se hiciera con el control de Cadbury, los británicos nerviosos buscan maneras de detener la caída de otros símbolos nacionales en manos extranjeras. La mayor parte de las ideas no son buenas. Pero una propuesta -la eliminación de la deducción por intereses- tiene su mérito, aunque no sea por motivos proteccionistas.

El sistema fiscal actual en la mayor parte del mundo, incluyendo Reino Unido y Estados Unidos, permite a las empresas calcular la renta imponible después de los pagos netos de intereses. Esto significa que cuanto mayor sea la carga de la deuda, menor el impuesto que se paga. Eso abarata fiscalmente a los negocios apalancados.

La absorción de Cadbury por parte de Kraft es un ejemplo de ello. Cerca del 60% de los 850 peniques del precio de compra de las acciones se pagará en efectivo. La deuda correspondiente se contabilizará en el balance de situación de Kraft, reduciendo la factura fiscal de la empresa para los próximos años. El valor presente del escudo fiscal dependerá de cómo el préstamo puente es refinanciado y de cuánto tiempo le llevará a Kraft reducir la deuda.

La deducción fiscal supone un incentivo para que todas las empresas maximicen deuda -erosionando las bases fiscales de los Gobiernos- y haciendo vulnerables a las empresas ante desaceleraciones económicas. Si el Gobierno británico quiere hacer algo que responda al estado de ánimo popular después de Cadbury mientras que al mismo tiempo hace algo con sentido, eliminar paulatinamente la exención de impuestos sobre la deuda podría ser lo correcto. De manera ideal, esto se coordinaría con otros países -posiblemente a través del Fondo Monetario Internacional-, que el año pasado publicó un informe que trata sobre como la distorsión deuda-fiscalidad fue una de las razones por las que la economía mundial se atiborró de deuda antes de la crisis económica. Aunque, si el Gobierno inglés tiene que hacerlo, ir en solitario también tendría sentido.

Hugo Dixon

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