La banca minorista plantea una vuelta a los orígenes
La vuelta a los parámetros fundamentales (lo que en inglés se denominan Back to basics) es un clamor que se escucha en todo el sector de la banca minorista. Afortunadamente, en España el modelo bancario se ha separado muy poco o en muy pocos casos de este modelo original y, por lo tanto, los cambios requeridos van a ser menores. ¿Qué significa esta vuelta a los orígenes?
La crisis financiera ha puesto de manifiesto los peligros derivados de combinar las inversiones en productos estructurados extremadamente complejos y opacos con la captación de depósitos en la banca minorista. Esta actividad bancaria debería volver a dedicarse a su objetivo original: captar depósitos de los ahorradores y conceder préstamos a empresas y particulares para financiar la economía real. No cabe duda de que la especulación financiera esotérica y de alto riesgo relativo seguirá existiendo y que los productos estructurados y los derivados continuarán contribuyendo a la propagación y transferencia de riesgos. Sin embargo, este tipo de actividades deberían separarse y situarse cada vez menos en el entorno minorista.
Es probable que el sector de la banca minorista desarrolle modelos de negocio diferentes, en respuesta a la crisis y a la presión ejercida por parte de los reguladores. Otros quizá se centren en nichos o áreas geográficas concretas. Ahora bien, algunos temas serán comunes para todo el sector. La banca minorista tenderá a retomar un modelo más centrado en el servicio al cliente y tendrá una oferta de productos clara y definida dentro de un margen adecuado y más discriminado entre clientes. Desde la perspectiva de los accionistas del sector privado, es probable que otorguen una mayor prioridad a conseguir unos retornos constantes y una sostenibilidad a largo plazo. Y desde la perspectiva de los clientes, las entidades bancarias que entiendan y respondan a sus necesidades podrán recuperar su confianza.
Además de volver a un enfoque centrado en el cliente, la gestión de riesgos debería trasladarse a un primer plano e integrarse en las decisiones estratégicas. Hasta ahora, muchos consideraban la gestión de riesgos una mera cuestión de cumplimiento normativo, en lugar de una fuente de valor añadido. Algunas de las principales entidades bancarias creían haber implantado procedimientos y sistemas de gestión de riesgos avanzados, aunque subestimaban los riesgos reales de las complejas inversiones realizadas por determinados bancos.
Basilea II ha sido criticado por algunos analistas del sector por ser procíclico y por no requerir un suficiente nivel de capital, aunque, probablemente, su mayor problema ha sido la forma que las entidades bancarias han escogido para su implantación.
Dado que la gestión de riesgos se consideraba una mera cuestión de cumplimiento normativo, en lugar de una parte de la estrategia, muchas entidades bancarias optaron por la vía más fácil para la implantación y adoptaron modelos estandarizados que satisfacían a los reguladores. Esto, combinado con la presión de inversores y accionistas por aumentar las rentabilidades y recuperar capital, hacía que la atención se centrara mucho más en los beneficios que en los riesgos.
Ahora esta actitud está cambiando. Los reguladores están presionando para que los sistemas de gestión de riesgos se adapten a las particularidades de los riesgos a los que está expuesta cada entidad financiera. Los bancos se están dando cuenta de la necesidad de combinar la modelización de los riesgos con tener en cuenta la experiencia. Por supuesto, este proceso resulta más complejo y costoso, pero los bancos que pueden hacerlo demuestran un mejor entendimiento del perfil de riesgo de sus productos. A largo plazo, esta actitud redundará en mejores precios y en valor añadido.
La crisis ha supuesto una cura de humildad para el sector bancario en su conjunto. En respuesta a esta situación se desarrollarán nuevos modelos de negocio: más sencillos, más centrados en el cliente y más transparentes. Los productos y servicios que se desarrollen se centrarán más en lo que ofrecen al cliente que en la rentabilidad que puedan lograr. Muchas entidades bancarias ya están acudiendo a ejemplos empresariales externos al sector financiero para aprender la mejor manera de recuperar la confianza mediante el servicio al cliente, la eficiencia y la rentabilidad.
Julio Álvaro. Socio del sector financiero de KPMG