El significado de Dubai
Dubai muestra lo que se ha avanzado en nueve meses: un buen tramo, aunque todavía queda mucho. Las buenas noticias son que a los inversores poco ya les puede hacer temblar tan terriblemente. A principios de año, el anuncio de que Dubai quería refinanciar 59.000 millones de pasivo hubiese generado otro tipo de preocupación. El rico vecino Abu Dhabi probablemente habría permanecido a la espera por si se necesitaba su ayuda, tanto entonces como ahora. Además, cuando el petróleo estaba por debajo de lo 50 dólares el barril, la prosperidad y estabilidad de la región en su conjunto estaban amenazadas. En este contexto, el colapso de Dubai habría parecido más una comedia negra que una potencial tragedia.
Las malas noticias son que los mercados financieros se desmoronan al menor suceso, incluso con un petróleo a 70 dólares. Hay que reconocer que la respuesta fue exagerada por falta de liquidez -EE UU y los inversores árabes estuvieron desaparecidos el 26 de noviembre-. Pero esta reacción exagerada ante unas pérdidas tan limitadas revela la endeble confianza de los inversores. Los tambaleos de Dubai aumentarán la desconfianza de los bancos centrales a distendir las condiciones monetarias. Esperarán a que haya síntomas de una recuperación sostenida, pero esto no sucederá mientras los inversores dejen de ponerse mustios con cualquier titular dramático.
Algunos atemorizados inversores dicen que los problemas de Dubai propagarán la crisis financiera, bien porque muestran que las pérdidas inmobiliarias globales son mayores de lo previsto o bien porque ponen en duda el apoyo disponible para algunos prestamista en problemas. Pero estos temores son desproporcionados. Las dificultades del emirato han sido largamente apuntadas y Abu Dhabi parece comprometido a limitar el daño.
La crisis financiera quizá tenga ya un nuevo capítulo La burbuja de activos en Asia podría estallar penosamente, los inversores parar su apoyo a los Gobiernos sobreendeudados o la recesión retornar haciendo descarrilar el balance de más bancos. Pero los problemas de Dubai surgen del corazón del conflicto: el de los sueños inmobiliarios rotos.
Edward Hadas