'Deleveraging', solvencia y sector bancario
En las últimas semanas se han prodigado las estimaciones sobre los vencimientos de deuda a los que tienen que hacer frente las entidades de depósito españolas. Agencias de rating, consultoras y el propio Banco de España han ofrecido previsiones relativas a esta deuda que, en general, se estima superior a los 200.000 millones de euros. Cada vez que se ofrece una estimación sobre costes o pérdidas surgen diversas interpretaciones y, en el caso de la deuda bancaria, algunas se refieren a en qué medida estos vencimientos pueden suponer nuevas restricciones de liquidez para la banca. Sin embargo, este no parece, de momento, un escenario probable que pueda poner en riesgo la estabilidad financiera del sistema financiero español.
Tal y como se recoge en el último Informe de Estabilidad Financiera del Banco de España, sobre el 35% de la deuda suscrita tiene vencimientos hasta 2012, mientras que el resto se producirá a partir de 2013. El propio supervisor considera que los problemas de liquidez constituyen sólo un "riesgo latente". Y es que no ya sólo el sector bancario, sino los hogares y empresas, han experimentado en los últimos años un aumento considerable de su endeudamiento (apalancamiento). Precisamente uno de los retos más exigentes para la mayor parte de las economías avanzadas es cómo corregir este desequilibrio y afrontar una reducción del endeudamiento, lo que internacionalmente se ha expresado como el proceso de deleveraging (desapalancamiento). En el caso de las entidades financieras será un objetivo complejo puesto que debe acompañarse del proceso de corrección de los activos deteriorados -en particular de los inmobiliarios-, con lo que al reto de la liquidez se le une el del mantenimiento de los niveles de solvencia.
En este punto, debe recordarse que las "reglas del juego" están ya fijadas por el Plan de Reestructuración Ordenada Bancaria. Y, en este sentido, la preferencia del supervisor es por el ajuste mediante soluciones privadas, ya sea poniendo en marcha exigentes planes de eficiencia y solvencia o a través de procesos de integración. Y en los casos en que la viabilidad de alguna entidad específica pudiera verse comprometida, están previstos en el citado plan los mecanismos a través de los cuales se produciría el reajuste de la entidad (que eventualmente podría suponer también su integración con otra institución), entre otras cuestiones, con la financiación del propio FROB. Con este conjunto de medidas y las emisiones recientes de títulos de deuda de las entidades financieras (entre otros, de participaciones preferentes) es de esperar que este proceso de deleveraging se prolongue en el tiempo, si bien lo importante no es tanto el horizonte temporal sino evitar comprometer la estabilidad del sistema.
¿En qué medida están afectando estos compromisos de pago de la deuda al crédito? La financiación crediticia se encuentra estancada, pero este fenómeno responde en parte a los riesgos de impago derivados de un desempleo que se acerca progresivamente al 20% de la población activa. La recuperación de la actividad crediticia será progresiva ya que, como de hecho se está observando en Estados Unidos, aunque las condiciones de oferta mejoren y las entidades de depósito estén dispuestas a conceder nuevos créditos, la propia demanda permanecerá retraída en tanto en cuanto las empresas no financieras se encuentran con menores oportunidades de inversión rentables y las economías domésticas deben corregir en buena medida sus niveles de endeudamiento.
Podría pensarse que las tensiones de liquidez y el tratamiento de los activos deteriorados (en particular, del crédito para promoción inmobiliaria) resultan un riesgo especialmente importante para la economía española. Pero el nivel de solvencia del sistema bancario español se encuentra por encima de la media europea, a pesar de las inyecciones directas de capital que han recibido un número importante de entidades bancarias de países de nuestro entorno. Por eso resulta aún sorprendente que, habiéndose arbitrado la reestructuración bancaria española como un proceso ordenado que da prioridad a las soluciones privadas, pueda cuestionarse que suponga una alteración de la competencia a escala europea. Esta reestructuración más ordenada, al igual que el deleveraging, probablemente necesita su tiempo.
Santiago Carbó Valverde. Catedrático de análisis económico de la Universidad de Granada y consultor del Banco de la Reserva Federal de Chicago