Distintas posiciones de partida en un mismo club
Los emergentes se ponen al frente de la reactivación económica.
La cumbre de Pittsburgh encuentra a los países miembros del G-20 en una situación económica mejor de la esperada hace medio año, gracias a un repunte que se puede concretar en tres ejemplos: China (como casi siempre), Alemania y Francia.
Entre los países desarrollados, las dos grandes potencias de la zona euro han vencido las previsiones al adelantar a Estados Unidos en la salida de la recesión. De hecho, el producto interior bruto del club del euro apenas descendió una décima en el segundo trimestre, frente a la caída intertrimestral del 1% del gigante americano. El caso de Alemania es particularmente interesante: ha logrado capear una recesión de un año de duración sin apenas impacto en el empleo, pero, según la OCDE, lo peor está por venir: a finales del año que viene, el número de desempleados habrá crecido en 1,7 millones de personas, elevando la tasa de paro en 4,2 puntos. En medida más moderada, también Francia tendrá que capear aún con aumentos del paro.
También en la Unión Europea, Italia aparece en una situación intermedia, mientras que Reino Unido y España (invitada a las cumbres, aunque no pertenece formalmente al G-20) todavía están purgando los excesos inmobiliarios de los años boyantes.
Las potencias esperan
Pese a que todavía está oficialmente sumida en la recesión, la economía de Estados Unidos presenta síntomas de salida, según afirmó el martes su secretario del Tesoro, Timothy Geithner, quien enfatizó la necesidad de asegurar "un a recuperación autosostenible". La segunda potencia del planeta, Japón, sigue sumida en la recesión (-0,5%), y además se encuentra inmersa en un histórico cambio político, tras el fin de la hegemonía del Partido Liberal. En cambio, otros países avanzados como Australia (0,6%) han regresado ya a la senda del crecimiento.
Pero, a diferencia de anteriores crisis financieras, en esta ocasión los mejor parados (con alguna excepción) han sido los países emergentes. El liderazgo de la incipiente recuperación global corresponde a China, con un envidiable aumento interanual del PIB del 7,9% en el segundo trimestre, impulsado por los programas de apoyo público. Aunque en un nivel algo más modesto, también India ha dejado atrás las convulsiones con un crecimiento del 6,1% entre abril y junio. Su primer ministro, Manmohan Singh, reclamó ayer que el G-20 envíe un mensaje claro en contra de las tentaciones proteccionistas, revitalizadas con la instauración de una tarifa sobre los neumáticos chinos en Estados Unidos. Tras los gigantes asiáticos, otras potencias emergentes de menor tamaño, como Brasil (1,9%) o Suráfrica (2,5%) también han afianzado su recuperación.
En el grupo de los emergentes, el país peor posicionado es Rusia, con un desplome trimestral del PIB del 10,9%, derivado de la caída del precio de las materias primas y la sequía de la inversión extranjera.
Pocas esperanzas para una reforma de calado
La que arranca hoy es la tercera reunión de máximo nivel del G-20 desde el recrudecimiento de la crisis financiera, hace ahora un año, y la primera que se celebra con señales de recuperación. Aunque las cumbres de Washington sirvió para pactar una histórica intervención pública que salvó a las economías, y la de Londres del pasado mes de abril sentó las primeras bases para una reforma financiera global, los ciudadanos no tienen grandes esperanzas en que los líderes mundiales acuerden en Pittsburgh cambios de calado. Una encuestas elaborada por Opinium Research LLP y reproducida por Reuters señala que sólo un 4% de los británicos cree que el G-20 implantará una "reforma real".El estudio, elaborado esta semana entre 2.042 adultos en el Reino Unido, señala que el asunto más importante al que se enfrentan los mandatarios es el de modificar los sistemas de compensación de los directivos bancarios, para poner coto a la "cultura de los bonus". Así lo entiende un 45% de los encuestados, frente al 29% que opinaba lo propio el pasado mes de abril. La postura coincide a grandes rasgos con la del presidente francés, Nicolas Sarkozy, quien, al igual que los principales líderes europeos, propone una limitación coordinada de las remuneraciones. En cambio, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, considera poco práctico el establecimiento de un límite específico. En cualquiera de los casos, casi uno de cada tres encuestados (31%) considera que la cumbre será totalmente irrelevante para sus vidas.