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Columna
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El presidente de RBS quiere calma

Sephen Hester ha estropeado la fiesta. El presidente de Royal Bank of Scotland (RBS) ha analizado los fracasos de la entidad con total franqueza. En respuesta, las acciones han caído un 15%. Parece que a Hester le interesa acallar los ánimos en este momento, pero será duro alcanzar los objetivos que se ha propuesto.

Los resultados del viernes dejan la sensación de que todavía hay reparaciones por hacer. Los cargos por deudas morosas ascendieron a 7.500 millones de libras, bastante peor de lo esperado, limitando los beneficios antes de impuestos a 15 millones de libras. Lo suficiente para aliviar al accionista, pero lejos de lo calculado por los analistas.

La división de banca de inversión se comportó bien: los ingresos se doblaron y el beneficio operativo se multiplicó por cuatro. Pero Hester espera que estos ingresos vengan a menos. Mientras tanto, el beneficio operativo de la banca al por menor del Reino Unido cayó un 90%, y un 66% en crédito corporativo.

Hester tiene una firme visión del nuevo RBS. La prioridad es financiar los créditos con los depósitos, lo que está bien. La transformación progresa: el balance se ha estrechado en 300.000 millones de libras, pero aún falta. La batalla por los depósitos dañará los márgenes. Será complicado cuadrar el foco en el saneamiento del balance con el objetivo de una rentabilidad del capital de un 15%.

Hester ha mostrado mucho interés en mantener las expectativas bajas. Pero eso no significa que su cauto pronóstico sea demasiado conservador. Las previsiones de que RBS registre pérdidas hasta 2011 son una base sensata. La valoración de las acciones a más de 1,2 veces su valor contable esperado en el año tiene poco sentido. Los inversores deberían escuchar a su presidente.

Por George Hay.

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