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Rafael Miranda

El alma del jardín

22 años y cinco presidentes después, Miranda dejará de ocupar el puesto clave de Endesa para presidir su fundación. Fin de ciclo en la eléctrica. Inicio (real) de la etapa italiana.

Rafael Miranda
Rafael MirandaCinco Días

Para lograr que una planta crezca sana y fuerte no importa tanto la calidad de la semilla como el cuidado con el que se la trata -aunque la ingeniería genética hace milagros-. Hay que preparar y tratar la tierra, podar los brotes indeseados, ocuparse de los injertos y protegerla de las plagas. Rafael Miranda Robredo (Burgos, 1949) ha demostrado durante más de 20 años ser el maestro jardinero de Endesa, una de las más codiciadas flores del jardín de las eléctricas españolas.

Le ha dedicado la vida a la compañía desde 1987, los últimos diez años como consejero delegado. Y esta semana ha anunciado que se retira: dejará su cargo para presidir la fundación de la empresa. Deja una planta robusta, que floreció a su lado y que ha sobrevivido a un delicado trasplante. Dicen que la música clásica estimula el correcto crecimiento de los vegetales -y de los fetos-. Salvando las diferencias, el estilo de gestión de Miranda ha sido conciliador, pero potente y perseverante. Sin escatimar energía cuando ha hecho falta.

Más parecido, si se quiere, a una pieza de música de cámara, aunque con algún matiz de rock. Ello ha sido especialmente palpable durante los dos últimos años. Desde que la italiana Enel anunciase la compra del 25% de Endesa que poseía Acciona -y que se hizo efectiva el jueves-, Miranda se ha concentrado en dulcificar la transición de la ejecutiva de la empresa, a cuidar los detalles del trasplante. Aunque no es frecuente que tras un proceso de opa hostil el consejero delegado de la empresa absorbida mantenga su cargo con funciones ejecutivas. Ahí entran las dotes de Miranda.

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Y, según dicen, su amistad con Fulvio Conti, con quien mantiene una estrecha relación desde que el español asumió en 2005 la presidencia de la patronal europea de las eléctricas, Eurelectric. Endesa ha conocido muchos presidentes, pero sólo un jardinero. æpermil;ste ha sido siempre el que ha ejercido las labores ejecutivas: el que ha lidiado con los bancos de negocios, con los inversores, con los analistas, con los consejos de las filiales, etc.

El mismo Miranda ha declarado en alguna ocasión que una de las claves de su larga permanencia en Endesa no ha sido otra que su capacidad para entenderse con los distintos presidentes que han pasado por la empresa -Feliciano Fuster, Rodolfo Martín Villa, Manuel Pizarro, José Manuel Entrecanales y Borja Prado-. Miranda recaló en la eléctrica en 1987, cuando la compañía aún era de titularidad pública.

Las raíces de Endesa tenían ya medio siglo de antigüedad, pero todavía tenía brotes por desarrollar. Fuster, presidente por aquel entonces, se fijó en un joven Miranda, entonces responsable de la división industrial de Campofrío, pero cuya experiencia laboral había discurrido principalmente en Tudor. El burgalés, ingeniero superior por la ICAI y diplomado en métodos cualitativos de gestión por EOI, entró en Endesa como director general de la compañía, cargo en el que pasaría 10 años. A partir de ahí, la planta se sintió querida.

Las artes del nuevo jardinero dieron sus frutos, y el bonsai que era la eléctrica acabó convirtiéndose en un baobab, cuyas ramas abarcan varios países. Miranda pilotó la expansión internacional de la compañía a Europa y América Latina. Convirtió una vieja generadora en una multinacional. Pero el primer desafío al que se enfrentó el directivo fue conducir las sucesivas fases de la privatización de la eléctrica. En total 10 años, tras los que fue nombrado consejero delegado. En la jardinería la paciencia es virtud.

Y a Miranda no le ha quedado más remedio que aceptarlo. Muy mal, si no, lo hubiese pasado en otro de los culebrones que le ha tocado gestionar: el de las opas y contraopas competidoras, cuyo desenlace es bien conocido. Pero todo eso forma ya parte del pasado. La planta ha sido cultivada y trasplantada. Otros deberán ahora regarla y abonarla. Para sí se queda el respeto que se ganó en el sector, dentro y fuera de su compañía.

Siempre fue un buen delegador y confió en el equipo que edificó, liderado por José Bogas. Tiene fama de ser duro en los planteamientos, aunque afable y paciente. Y se emociona con facilidad, como han comprobado muchos de los que se despiden de él en Endesa o le vieron en alguna de las últimas juntas. Desde su nuevo cargo, que asumirá el 30 de junio, este hijo y hermano de militar tendrá más tiempo para dedicar a sus aficiones: el golf, la caza y los toros.

Podrá darse homenajes culinarios -es buen gastrónomo- y degustar buenos puros con más frecuencia que antes. Eso sí: en su mesa nunca se sentarán 13 comensales. Cosas de la superstición. El fin último de la jardinería es cultivar vegetales por el simple placer de hacerlo o para deleitarse con la contemplación de la labor realizada. Tras más de 20 años como jardinero de Endesa, Miranda tendrá tiempo ahora de observar sin prisas cómo ha quedado el jardín.

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