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Columna
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La fe perdida en Deutsche Bank

Si solamente Deutsche Bank pudiera vender su propia historia igual que hace con los títulos de deuda. El banco alemán evocó los días del boom con un retorno de capital del 22% en el primer trimestre y su mejor beneficio neto en seis trimestres gracias a los ingresos registrados por las ventas y los ingresos fijos. Pero las cifras no fueron suficientes para sostener las recientes ganancias de las acciones cuando Deutsche Bank fracasó en persuadir a los escépticos de que el rendimiento de sus fuertes ingresos podría repetirse.

Los indecisos tienen un sitio fácil para empezar. Más de la mitad de los 7.200 millones de euros de ingresos del grupo ha provenido de las ganancias del mercado de acciones, un mayor volumen y un más amplio margen en ingresos fijos, cambio de moneda y materias primas. Esto será difícil de mantener. Mientras tanto, la venta de patrimonio y la actividad comercial sufrieron, como lo hizo la gestión de patrimonios.

Cortada otra vía, los futuros resultados en Deutsche Bank parecen incluso dudosos. Los beneficios antes de impuestos han permanecido planos por los 38.000 millones de euros de activos en riesgo que el banco ha cambiado de su libro de contrataciones a su libro bancario. La ventajosa contabilidad ahorró a Deutsche Bank tener que provisionar su valor. Esos préstamos están trayendo hoy más interés y otros ingresos de lo que lo harán mañana. Las previsiones de incremento de crédito se quintuplicaron desde hace un año, hasta 526 millones, el 40% de ellos relacionados con los activos reclasificados.

Había otros signos de cómo Deutsche Bank está todavía poniéndose al día de una realidad ya reconocida por los rivales. Provisionó otros 840 millones de exposición a los bonos monoline. El banco también se convenció de la idea de que el desarrollo del casino de Las Vegas que ejecutó hipotecariamente tenía un valor de sólo 300 millones de euros en vez de los 800 millones de valor del préstamo impagado.

A pesar de la mayor reducción de su balance y su apalancamiento, el banco se mostró comedido a la hora de mejorar su ratio de capital Tier 1 tanto como hubiesen esperado los inversores. Su adquisición de una participación en Deutsche Postbank subió el peso del riesgo de los activos en 11.000 millones de euros, manteniendo el volumen más alto que hace un año. El presidente ejecutivo, Josef Ackermann, ha hecho bien en eludir el abrazo del Estado y de alguna forma posicionó bien a Deutsche Bank para hacer frente a la inminente recesión global. Pero convencer a los inversores de que no han diferido simplemente un mayor perjuicio parece ser una tarea más dura de lo esperado.

Por Jeffrey Goldfarb.

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