Las agridulces previsiones del FMI
El Fondo Monetario Internacional (FMI) presentó ayer las previsiones económicas para 2009 y 2010. Repitió la música de la semana pasada cuando alertó de que es la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial y que la salida será larga y dura. Sin embargo, suavizó la letra respecto a dos meses antes. El organismo considera que la economía mundial caerá un 1,3% este año, frente al 1,8% de enero, y para 2010 incluso arroja un crecimiento a nivel mundial del 1,9%. Una grata sorpresa, pues su anterior cálculo fue de una caída del 1,1%.
Sin embargo, el optimismo va por barrios. La evolución positiva se debe a una mejor perspectiva para los países emergentes -en especial China e India- y en menor medida para EE UU, que aunque tendrá crecimiento nulo en 2010, al menos ya no decrecerá como se temía a principios de año. El FMI refuerza así las tesis de Barack Obama y de Ben Bernanke de ofrecer tímidas esperanzas. Hasta aquí las buenas noticias.
Para casa los datos son especialmente duros y si se cumplen las cuentas presentadas ayer, 2009 será peor de lo previsto y el PIB de la zona euro se reducirá un 4,2%, frente al 2,2% de hace dos meses. La locomotora alemana, la peor parada de las cuatro grandes, caerá un 5,6% y el retroceso para España sería del 3% este año. Y lo peor está por llegar, pues la UE no se beneficiará de la mejoría el próximo año, que repetiría crecimientos negativos.
Obviamente, el frenazo del comercio mundial pasa factura a economías exportadoras como la alemana o la japonesa, cuya recesión cifra el FMI en más del 6% y que ayer anunció su primer déficit comercial en 30 años. Los devaneos proteccionistas surgidos en muchos países son un serio peligro y todos los Gobiernos deberían ceder para desatascar la Ronda de Doha. Lanzarían un mensaje imprescindible para recuperar los intercambios mundiales.
Hasta aquí el análisis, certero o no, del FMI. Ahora, la pregunta es si Europa se lo cree y, por tanto, actúa en consecuencia. En la cumbre del G-20, la zona euro se negó a nuevos planes de estímulo para combatir la recesión. Indudablemente, los Gobiernos europeos hacen bien en temer unos desajustes fiscales descontrolados. Sin embargo, ese mal atenaza por igual a EE UU y Gran Bretaña, y ellos asumen un déficit por encima de los dos dígitos. El FMI sugiere que la política fiscal es la única arma que ahora puede atajar un maremoto que amenaza con no dejar nada en pie, aunque, por otro lado, acepta que en España el límite de gasto público está tocando fondo.
Usar o no la chequera pública es un dilema que implica riesgos. No obstante, la amenaza de superar los cuatro millones de parados debe pesar a la hora de decidir sobre nuevas medidas de estímulo. Eso sí, como bien matiza el FMI, no vale cualquier gasto público y cada euro que la Administración destine a impulsar la economía debe garantizar su eficacia. Lo contrario sería un grave error.