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Columna
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Las sombras de Bank of America

El jefe de Bank of America, Ken Lewis, necesitaba un buen trimestre para evitar que exigieran su cabeza. Los 4.200 millones de dólares de beneficios de los tres primeros meses del año pueden serlo a primera vista -y confirmar las recientes declaraciones de Lewis según las cuales al banco le ha ido bien y que Countrywide y Merrill Lynch eran 'estrellas'-. Pero BofA dependía de la venta de activos y de los beneficios contables -y añadió una baja carga de impuestos-. Descontemos estos últimos y el BofA tuvo pérdidas.

En primer lugar, el banco reservó ganancias antes de impuestos de 1.900 millones de dólares de la venta de su participación en China Construction Bank y otros 1.500 millones de la venta de 51.000 millones de títulos respaldados por hipotecas. Ambos movimientos son inteligentes, tanto la obtención de capital como la disminución del riesgo en el balance. Pero ninguno de los dos cuenta como ganancias esenciales. Aun así, representan 2.700 millones, casi dos terceras partes del beneficio antes del generoso 21% de tipo impositivo de BofA para el trimestre, una tercera parte más bajo que en el mismo periodo del año pasado.

Eso es prácticamente suficiente para incapacitar al banco para que gane lo suficiente como para cubrir sus costes: tiene que pagar 1.400 millones en dividendos preferenciales. Pero hay más: alrededor del 10% de los ingresos del banco vinieron de unas ganancias contables de 3.700 millones por la caída del valor de su propio pasivo. Gravado, el beneficio neto es de 2.900 millones de dólares -sin el cual BofA podría estar hundido en números rojos-. Incluso si se aplica también el ritmo de gasto total del banco, los 1.500 millones de dólares de ganancias podrían aún ser suficientes para llevar a BofA a una pérdida previa a los dividendos.

Peor aún, aprovechó una pregunta de los analistas en la conference call para destapar la detallada extensión de aquellas deudas adquiridas -BofA había revelado antes que sólo tenía 2.200 millones de dólares asociados al pasivo de Merrill-. Esta omisión de riesgos irritó a los inversores ya escépticos sobre la transparencia de la opa de Merrill -cinco fondos de pensiones están pleiteando con el banco por no desvelar a los accionistas cuántos ejecutivos conocían el mal estado del balance-.

Por supuesto, Merrill y Countrywide ayudaron en los resultados. Pero estas 'estrellas' no fueron suficientes para compensar las elevadas pérdidas y reservas que necesitaba la otra parte de la compañía. æpermil;stas, según admitió Lewis, estaban empeorando. Sin más extraordinarios o mayores ganancias esenciales, los próximos trimestres no serán bastante. Esto deja la posición de Lewis pendiente del balance.

Antony Currie

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