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Tribuna
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Invertir en innovación para ganar en competitividad

Llevamos ya muchos años oyendo hablar sobre la innovación como una fuente de crecimiento y mejora. Sin embargo, España sigue siendo uno de los países con un menor nivel de inversión en I+D+i. Nuestra inversión no llega al 0,8% del PIB. España es uno de los países que menos registros de patentes realiza de Europa. ¿Por qué?, ¿qué está pasando?

Esto es debido a que muchas empresas españolas ven la innovación como un gasto y no como una inversión que les ayude a mejorar su competitividad, que les ayuda a crecer y a exportar. Es un país donde francamente hay muy poca cultura de innovación.

La cultura del riesgo a equivocarse no está bien vista. La sociedad española penaliza el fracaso. Es cierto que un proyecto de innovación puede resultar largo y costoso, y además conllevar cierto riesgo, pero no cabe duda que es una gran herramienta para mejorar la competitividad de las empresas.

Lo mismo sucede con el diseño industrial, la visión que tienen las empresas españolas sobre el diseño es muy superflua. Lo ven como algo puramente estético y decorativo, cuando en otros países, como EE UU se ha convertido en los últimos años en una herramienta imprescindible y estratégica para el desarrollo de la gran mayoría de las empresas.

Por otro lado, el diseño y la innovación son determinantes para mejorar la sostenibilidad y el bienestar social. No se trata solamente de crear productos más competitivos y con un alto valor añadido, sino de diseñarlos con materiales y utilizando procesos que sean más ecológicos.

La Administración pública tiene un papel clave en estos años para fomentar la innovación en las empresas y el uso del diseño industrial como herramienta clave para ayudar a tangibilizar la innovación. Debe ser capaz de ayudar de una manera firme y constante a culturizar a la sociedad (empresarios y consumidores), de la importancia que tiene el diseño industrial y la innovación para una sociedad como la nuestra que pierde competitividad mes a mes.

No se trata de dar sólo subvenciones, sino de establecer unas políticas de apoyo a las empresas para fomentar el uso correcto de la innovación. Asesorar a las empresas, especialmente la pequeña y mediana (que es una gran mayoría de nuestro tejido industrial), de cómo minimizar los riesgos en un proceso de diseño e innovación de producto, sobre cómo poder contratar este tipo de servicios, en definitiva, de cómo gestionar estos proyectos. Por último la Administración tiene que establecer un sistema judicial efectivo y especializado que permita a los empresarios defender de una manera sencilla, rápida y eficaz sus diseños y patentes.

La Administración pública debería establecer unas campañas de comunicación que transmitan a la sociedad española la necesidad de invertir en innovación. Además, por parte de la Administración debe haber un apoyo constante económico para que las universidades inviertan en innovación.

Ahora bien, esto no se va a conseguir en unos meses y esta concienciación debe transmitirse a toda la sociedad. A los estudiantes, a los empresarios, a los funcionarios… El diseño y la innovación no está sólo en los productos, está en los procesos, en los servicios. Estos cambios culturales son complejos y lentos y deben ser tratados por parte de las Administraciones como proyecto a largo plazo.

Sin embargo, no cabe duda que a largo plazo generará una mano de obra y productos con un alto valor añadido. Generará empresas competitivas, un mayor bienestar social y generará riqueza al país. Si queremos que las empresas españolas sean competitivas en las próximas décadas, invertir en diseño e innovación no es una opción, es una necesidad. La inversión en diseño e innovación siempre retorna en la creación de empleo y riqueza para un país.

Jaime Moreno. Diseñador industrial, consejero delegado de Mormedi

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