Una salida rápida y ordenada
Recapitalización pública. El auxilio de varios Estados a sus entidades financieras ha distorsionado la libre competencia en Europa. Los bancos españoles se quejan de que quien ha actuado con profesionalidad y ha sido más sensible al riesgo, ha sido castigado a competir ahora en un mercado desequilibrado.
Los mercados financieros europeos se encuentran en una encrucijada por varias razones. En primer lugar, la crisis financiera está motivando una profunda y extensa revisión de la regulación financiera: adecuación de capitales, valor razonable, agencias de calificación, hedge funds, etcétera. Esta revisión se está impulsando y coordinando desde espacios de decisión novedosos (G-20, Foro de Estabilidad Financiera). En segundo lugar, el proceso de reajuste normativo se está produciendo en un contexto de rápido y marcado deterioro de la situación económica. La Comisión Europea ha estimado recientemente que el PIB de la Unión disminuirá un 1,8% en 2009.
Y por último, estamos asistiendo a un paulatino y creciente reforzamiento de la dimensión pública en la planificación y gestión de la actividad financiera. Esta dimensión pública tiene apoyo y se manifiesta a través de los planes de estabilización financiera puestos en marcha por numerosos Gobiernos europeos y, también, a través de las medidas adoptadas por los bancos centrales para dotar de liquidez al sistema bancario. Los planes de estabilización financiera y su componente más polémico -las recapitalizaciones- le suscitan a la Federación Bancaria Europea (FBE) las siguientes tres consideraciones:
l Niveles de capital. En algunos planes de recapitalización se han explicitado niveles de referencia de capital suficientes. En un país miembro, por ejemplo, se dan por buenos ratios de capital Tier 1 del 9% ya que éstos están 'muy por encima de los niveles mínimos internacionales'.
Desde la perspectiva del mantenimiento de la integridad de los mercados financieros europeos -uno de los principios rectores de la FBE- este planteamiento es desestabilizador. Al fijarse en la práctica un benchmark de capital aleatorio, desconectado del perfil de riesgo diferenciado de cada entidad, se traslada al mercado la señal de que los bancos que no alcancen dicho nivel no son plenamente solventes y, en consecuencia, deben reforzar sus ratios. En un contexto de ausencia de financiación, esto resulta, además de complejo y costoso, procíclico. En una recesión económica, la decisión debiera ser la contraria: los ratios de capital deberían relajarse para fomentar el crédito y alentar la recuperación.
En segundo lugar, al permitir que sea el mercado el que eventualmente decida sobre la adecuación de capital, se erosiona el papel de las autoridades supervisoras nacionales y, con ello, el Pilar 2 de la normativa europea de adecuación de capitales. Por ultimo, al hacerse referencia a un tipo de capital (Tier 1) cuya definición no esta armonizada a nivel europeo (ni global), se incentivan situaciones de desventaja competitiva puesto que en las jurisdicciones donde la definición de capital es más restrictiva, el esfuerzo de recapitalización que las entidades deben hacer es mayor.
En todos estos sentidos, la FBE celebra que el Ecofin del pasado enero aclarase que 'el suministro de capital al sector bancario no tiene por fin el establecimiento de nuevos y más elevados requisitos de capital'.
l Descoordinación. Hasta la fecha, se han presentado 17 propuestas de recapitalización bancaria en la UE. El análisis de los distintos planes revela que la coordinación intergubernamental en su confección ha sido limitada. Los distintos planes difieren en el ámbito de sus beneficiarios, en los instrumentos financieros empleados por los Gobiernos para inyectar los fondos, en las contrapartidas exigidas a los beneficiarios (política de dividendos, restricciones en la política de retribución) y en el precio de los fondos suministrados. Esta exuberancia creativa, que puede potencialmente derivar en importantes distorsiones competitivas, amenaza la integridad misma del espacio financiero único europeo.
La Comisión Europea ha prometido velar para que la aplicación simultánea de todos estos planes no derive en situaciones de indebida ventaja para unas instituciones frente a otras, tanto en el mercado doméstico como a escala europea. Se trata, no obstante, de una tarea compleja y laboriosa para la que la Comisión Europea puede no contar con los medios suficientes. La FBE ya ha ofrecido su colaboración al respecto.
l Estrategias de salida. Si bien la entrada de los Gobiernos en el capital de los bancos se ha producido de forma heterogénea, la expectativa es que su salida se produzca de la manera más rápida y ordenada posible. Mientras dure, la presencia de capital público en los bancos europeos debe ser un catalizador que acelere el proceso de desapalancamiento y reestructuración que la industria ya ha iniciado. Este proceso podría verse afectado por la puesta en práctica de algunas de las ideas sobre bancos malos que circulan últimamente por Bruselas y algunas capitales europeas. La FBE se mantiene al tanto de todos estos importantes desarrollos.
Enrique Velázquez. Consejero en la Federación Bancaria Europea