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Tribuna
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Ocuparse sin preocuparse

Uno se pregunta: ¿cómo debe ser mi estilo de liderazgo en momentos de desaceleración económica? ¿Qué podemos hacer como equipo para adaptarnos a las nuevas circunstancias? ¿Hasta qué punto tenemos que trasladar presión a las personas? Y muchas cosas más.

Los buenos resultados, en definitiva, el éxito, son un gran generador de motivación; la desaceleración económica y las dificultades para alcanzar los objetivos generan lo contrario, justo cuando más necesitamos esa motivación.

El 90% de los directivos a los que hemos entrevistado comentan que en el último trimestre han visto incrementada la presión de sus inmediatos superiores y un 75% admite que ellos mismos han aumentado la presión sobre sus equipos, en un movimiento en cascada. Casi todos admiten que la presión de sus jefes les ayuda entre poco y nada, pero les cuesta ver que ellos mismos no deban hacerlo con su equipo.

Merece la pena reflexionar y empezar ahora. Para empezar a hablar, las actitudes, el estado de ánimo y la calidad de las relaciones internas tienden a trasladarse a los clientes, ya se sabe que la emoción se traslada por Bluetooth. El cliente suma a su propia presión la que nosotros le transmitimos y generamos un sentimiento de rechazo hacia nosotros, no le hacemos sentirse mejor, cuando es parte de lo que compra. En entornos B2B, una empresa se apoya en otra e inconscientemente la persona que hace de comprador busca algo de seguridad en la persona que le vende. ¿A quién le gusta que le presionen para comprar? No se trata ni de tirar ni de empujar, sino de atraer.

Lo que necesitamos es compromiso y la presión difícilmente lo consigue, más bien genera sumisión. Si un directivo tiene miedo al fracaso se volverá exigente, que no es lo mismo que valiente. Son los momentos que requieren de mayor creatividad, y la creatividad está reñida con el miedo. El compromiso no nace en la razón, sino en la ilusión. Yo nunca he oído decir a nadie: 'Estoy ilusionadísimo con mi jefe, ¡cada vez me presiona más!'.

Es interesante y revelador observar en qué centramos las conversaciones. La presión en sí misma genera más excusas que soluciones. El reflejo lingüístico se observa fácilmente en las conversaciones. Se habla mucho de por qué no -¿por qué no estamos consiguiendo los resultados?-, cuando es imperioso hablar de por qué sí, es decir, ¿cómo vamos a conseguirlos? Generar presión da la sensación de que no lo vamos a conseguir, centrarnos en el cómo nos devuelve la ambición por el resultado.

Al repartir presión tenemos la sensación de alivio, pero no es más que una ilusión, en realidad nos la incrementamos a nosotros mismos, aceleramos la presión de un sistema del que somos parte. También podemos pensar que la presión genera más orientación al logro, cuando lo que estamos generando es miedo a no conseguir el objetivo.

No estoy proponiendo dejar de mirar los números, el pasado reciente. Es obvio que hay que ser consciente de la situación y hacerle frente. Mi propuesta es pensar uno mismo y debatirlo en equipo. ¿Cómo tenemos que ser en este momento? ¿Qué tipo de relación maximiza nuestras posibilidades de éxito? ¿Qué comportamientos ayudan y cuáles nos frenan?... El equipo debería de ser un gran foco de energía para disfrutar del rafting que siempre hay después del remanso.

Fernando Iglesias. Socio de Evocalia

www.fernandoiglesias.com

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