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Tribuna
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S&P y la desconfianza

La amenaza de una rebaja de la máxima calificación crediticia al Reino de España lleva al autor a preguntarse si no está el mercado castigando con una prima excesiva el riesgo español. En su opinión, la posibilidad de impago de la deuda sería una situación cuanto menos sorprendente

La agencia de calificación crediticia Standard & Poor's situó el rating a largo plazo del Reino de España, actualmente en máxima calificación crediticia (AAA), bajo vigilancia 'con implicación negativa por los considerables desafíos' a los que se enfrenta la economía española.

La base de este enjuiciamiento está en la estimación de que la economía española está en una fase de crecimiento muy débil y la estimación a medio plazo es que la tasa potencial de crecimiento será menor que la obtenida en los últimos 10 años.

A partir de aquí, y sobre la base de que la economía española sufre el efecto de la explosión de la burbuja inmobiliaria, tendríamos un impacto importante en el empleo y, como consecuencia de esto, una repercusión en las finanzas públicas por menores ingresos de impuestos y mayores gastos de subsidios.

Por otra parte, las Administraciones locales pierden una importante financiación proveniente de la vivienda que repercutirá, de una u otra forma, en incrementar el déficit fiscal.

Hasta este momento las Administraciones locales han jugado un papel importante en el dinamismo de la economía española a través de inversiones y gastos. Actualmente, este papel se verá reducido drásticamente. De ahí que parte de las medidas de reactivación económica del Gobierno sean para sostener a los ayuntamientos y evitar que la disminución de los ingresos les impidan ejercer totalmente este papel dinamizador.

La anunciada y temida explosión de la burbuja inmobiliaria cae sobre otra crisis que se arrastra desde hace tiempo, que es el importante déficit exterior.

Por otra parte, el plan anticrisis necesita de fondos públicos, al ser insuficientes los ingresos presupuestarios, por lo que se tendrá que recurrir a la deuda pública y ésta, en los últimos meses, se ha encarecido hasta un 3,92% para la deuda a 10 años y en términos comparativos con el bono alemán, la prima de riesgo es más cara en un 31,1%. El bono alemán está al 2,99%. La pregunta es si el mercado no está castigando con una prima excesiva el riesgo español. La revisión de S&P contribuye a crear más desconfianza sobre este tema.

La situación de la economía alemana no es la misma que la española, pero también tiene dificultades y un déficit fiscal que la propia canciller ha reconocido que no puede garantizar que no supere el 3%.

La calificación de AAA implica prácticamente la seguridad absoluta de que no se va a producir un impago de la deuda. Si se produjera la rebaja en el rating, significaría que S&P contempla alguna posibilidad de impago de la deuda del Estado español y esta situación sería cuanto menos sorprendente.

Dados los importantes fallos producidos en los mecanismos de control, que han sido un factor clave en la actual crisis financiera mundial y en el que las agencias de rating tienen una importante responsabilidad, sorprende este repentino exceso de rigurosidad y además aplicado a determinados países.

En estos momentos S&P está sujeto a una investigación por abuso de posición dominante. No está probado, pero si resulta claro que las agencias de rating tienen una dispersión en sus actividades en que, con frecuencia, caen en conflictos de intereses, como consultorías a las mismas empresas que valoran, esto resta confianza y credibilidad a su trabajo.

El problema es de confianza y éste se basa en los datos de la economía del Estado español, que se han deteriorado con mucha rapidez, pero también es cierto que se partía de una situación fiscal muy favorable y al menos habría que dar tiempo para comprobar si las decisiones que se están tomando tienen un efecto corrector. El pensar que el Reino de España objetivamente deje de atender sus compromisos de deuda se puede sostener en dos supuestos:

l Que no exista voluntad de pago. No existe ninguna señal ni histórica ni actual en ese sentido.

l Que no exista capacidad de pago. Esto sólo podría producirse si no existiese capacidad de respuesta para corregir los desequilibrios detectados. Esto, a pesar de la situación actual, no parece una probabilidad real. El deterioro de la situación es mundial.

Luis Sepúlveda Gutiérrez. Profesor de Esade (Universidad Ramon Llull)

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