El ladrillo cae sobre el empleo
El paro registrado en noviembre en los servicios públicos de empleo, con un aumento de cerca de 895.000 personas (42%) en los últimos 12 meses, confirma que nuestro país no es ajeno a la crisis de la economía internacional que atraviesa una de las situaciones más complejas y difíciles desde la Gran Depresión de 1929.
En una economía globalizada, las turbulencias financieras que surgieron en el verano del pasado año en EE UU se han extendido con gran velocidad al resto de las economías. Lo que ha generado una falta de confianza en el sistema económico y generando miedo colectivo. Con lo que cabe pensar que ahora no sólo se globaliza la economía sino también el miedo, y que viene a demostrar que la economía no es sólo racional sino también emocional.
España no podía ser ajena a este fenómeno, que tiene efectos negativos sobre el mercado laboral por el aumento del desempleo y la destrucción del empleo, y que en muestro país tiene características especiales por la gran incidencia que tiene el fuerte ajuste del sector inmobiliario como consecuencia de la propia situación financiera. Nuestro país tiene una especial exposición al tema inmobiliario, lo que incide en que los datos de desempleo sean peores que en el resto de Europa. Así, en España se han llegado a construir anualmente del orden de 800.000 viviendas, más que las construidas por Alemania, Francia e Italia juntas.
Hay que recordar que la tenencia en propiedad de la vivienda en España es de un 82%, muy por encima del resto de Europa. Por lo que un aumento del precio del dinero para pago de hipotecas repercute muchísimo más que nuestros socios europeos al haberse efectuado un mayor número de hipotecas. Con el consiguiente efecto negativo sobre la renta disponible y sus repercusiones en el consumo. La caídas tan pronunciadas de la ventas en los sectores del comercio y el automóvil son buenos ejemplo de todo ello.
En este sentido, según los expertos, la vivienda ha constituido siempre en España una oportunidad de negocio, sobre todo en la segunda vivienda residencial y que es justamente la que más se ha resentido por tener un componente de inversión. Es decir, por ejemplo, si compro una vivienda en una zona turística obtengo unas vacaciones gratuitas y posteriormente puedo vender la vivienda a un precio muy rentable. Determinados inmigrantes invertían también en vivienda debido a que las rentas producidas por el negocio inmobiliario eran superiores a las obtenidas por el trabajo. De hecho, un tercio de las viviendas construidas eran compradas por extranjeros. Pero al disminuir la rentabilidad se deja de invertir en dicho sector ante el temor de no obtener una revalorización rápida. Se consideraba que los precios de la vivienda no bajaban nunca, pero han bajado.
Considerando que el sector inmobiliario es intensivo en capital y financiación, el modelo ha funcionado mientras el dinero ha sido barato para endeudarse, y ello se ha vuelto difícil por la crisis financiera internacional, lo que ha tenido como consecuencia el cierre de los mercados de capitales. Por lo tanto, al desplomarse el sector económico estrella ha arrastrado al resto de la economía española.
Por su parte, si se analizan los datos de la Seguridad Social en relación a los trabajadores afiliados ocupados, se observa, en los últimos 12 meses, una disminución de los afiliados ocupados de 663.000 (-4,4%). De ellos, un 85% corresponden conjuntamente al sector de la construcción y actividades inmobiliarias, lo que demuestra la gran incidencia negativa que está produciendo en este sector la crisis. Además, el deterioro del consumo se hace evidente con una disminución en el comercio de 76.000 ocupados afiliados (-3%) y en la hostelería, con cerca de 13.000 afiliados menos (-1,3%). Pero, como todo no es negativo, por contrapartida aumenta en actividades sanitarias (91.000), educación (27.000) y Administración pública (16.000).
Con todo ello, queda claro que el modelo productivo centrado en el ladrillo está agotado en su máximo de empleo. Desde finales de 2001 hasta el primer trimestre de 2008 fue capaz de crear 900.000 empleos, y hoy ha visto duplicar su cifra de parados. Por lo que el modelo que estaba alimentado con dinero barato y fácil demuestra simplemente que era otra burbuja económica. Es necesario explorar las nuevas oportunidades que se presentan en todo tipo de crisis, como son sectores productivos emergentes y de futuro. Recuperando e impulsando el papel de la industria como sector generador de riqueza y empleo, y menos expuestos a la especulación.
En este sentido, es de esperar que las nuevas medidas extraordinarias propuestas por el Gobierno para impulso de la actividad económica y el empleo permita mejorar la situación coyuntural de determinados sectores y tenga un gran impacto en la creación de empleo ante los efectos negativos del actual escenario económico.
Vicente Castelló Roselló. Profesor de la Universidad Jaume I de Castellón