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Puntos de Vista

Un nombre para tiempos de incertidumbre

La Real Academia de Ciencias sueca acaba de anunciar la concesión del Premio Nobel de Economía de 2008 a Paul Krugman, profesor de la Universidad de Princeton. Krugman no es un economista académico tradicional. Ha recibido el premio Nobel por sus aportaciones al estudio de la Economía Internacional y por ser uno de los pioneros en el desarrollo de la Geografía Económica, pero además de su valor académico, es un excelente comunicador. Columnista desde 1999 en The New York Times, en su columna siempre ha afrontado el análisis de la realidad económica. No es un teórico de la economía, sino que ha analizado con rigor la crisis de Japón, que puede enseñarnos mucho sobre la crisis actual, así como sobre la política económica de George Bush. Su últimos artículos han profundizado con un espíritu sumamente crítico en el plan de rescate del Secretario del Tesoro estadounidense Henry Paulson.

Los trabajos por los que ha sido galardonado tienen que ver con la Economía Internacional. Uno de los temas en los que el acuerdo de los economistas parece más claro es en las ventajas del comercio internacional para el crecimiento económico global. Sin embargo, los modelos económicos utilizados hasta los años setenta se alejaban de lo que la realidad mostraba. El modelo explicativo del comercio internacional básico era el modelo de Heckscher-Ohlin, según el cual los países se especializan en aquello en lo que tienen ventaja comparativa. Así, un país con abundancia de mano de obra, como China, se especializaría en productos intensivos en mano de obra, y un país con abundancia de capital se especializaría en industria intensiva en capital. Este modelo puede parecer lógico, pero contradice lo que observamos en la realidad, y la ciencia -también la económica- trata de buscar explicaciones a esa realidad. Y la realidad es que gran parte del comercio internacional es intraindustrial, es decir, con variedades diferentes de un mismo producto. Por ejemplo, España importa automóviles a la vez que los exporta. Krugman ha utilizado modelos en los que la demanda del consumidor presenta una preferencia por la variedad -es decir, valora como positivo consumir productos distintos- y estructuras de costes de las empresas con economías de escala (costes unitarios decrecientes según el volumen de producción). Al introducir estos supuestos en los modelos se explica por qué es posible que se dé el comercio intraindustrial. Su segunda aportación tiene que ver con la Geografía Económica. En sus modelos tiene en cuenta que en la decisión de localización de las empresas se produce un trade-off entre economías de escala y ahorro en costes de transporte.

Creo que si tenemos en cuenta el perfil personal y el compromiso de Krugman llegaremos a la conclusión de que la Academia de Ciencias Suecas ha querido transmitir el mensaje de que la economía es demasiado seria como para basarlo todo en el dogma del capitalismo o del intervencionismo público. Son análisis como los de Krugman y compromisos como el suyo lo que hace falta en tiempos de incertidumbre.

Pedro Aznar. Profesor de Economía de Esade

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