El BCE y la tormenta perfecta
Los daños colaterales sobre la economía real de la crisis financiera comienzan a ser más que evidentes en Europa, destaca el autor, que se pregunta cuánto va a tardar el Banco Central Europeo (BCE) en adecuar su discurso con la realidad. La reunión de hoy es, en su opinión, una oportunidad preciosa para reaccionar
La tormenta perfecta que se inició el pasado verano en los mercados financieros sigue realimentándose, lo cual aumenta su capacidad destructiva, y los contagios sobre la economía real son ya más que evidentes. Al Consejo del BCE, igual que al resto de bancos centrales, la tormenta le pilló desprevenido, pero lo más preocupante es que a día de hoy el Consejo todavía sigue algo desorientado por las condiciones climatológicas desfavorables.
La tormenta se desató a mediados de julio del pasado año, tras anunciar las agencias rating cambios significativos de su metodología de medición del riesgo de crédito, que vinieron acompañados de revisiones masivas a la baja de sus calificaciones. El mercado de crédito colapsó y los diferenciales se dispararon al alza, arrastrando también al alza la volatilidad de las Bolsas. El 2 de agosto, el BCE argumentaba que el aumento de las primas de riesgo era una normalización sana y saludable para corregir los excesos financieros de años anteriores y dio la señal en su comunicado para subir tipos en septiembre.
El 8 de agosto el mercado interbancario también colapsó y el BCE tuvo que inyectar casi 100.000 millones de euros, lo cual suponía aumentar la base monetaria un 10% en un solo día. Luego, se vio obligado a mantener la intervención y a retractarse de subir tipos, pero en su discurso seguía tratando el problema como transitorio y amenazaba constantemente con normalizar las inyecciones de liquidez y retomar su ciclo de subidas de tipos.
Los inversores esperan dos bajadas de tipos en 2009 hasta el 3,75%, aunque incluso podríamos ver más
En noviembre, las agencias de rating provocaron un nuevo maremoto al anunciar rebajas de rating de las monolines, aseguradoras de crédito, y la intensidad de la tormenta fue en aumento hasta que tocó tierra, provocando la caída de Bear Stearns. Las autoridades de EE UU se vieron obligadas a reconocer que el fenómeno no era transitorio y que era necesario intervenir.
A este lado del Atlántico, el BCE siguió a lo suyo. La subida de la inflación, influida por el repunte desproporcionado de los precios de las materias primas, fortaleció los argumentos de los halcones y el Consejo retomó el ciclo de subidas de tipos el pasado junio. Sus argumentos eran que el crecimiento era sólido, que el impacto de la crisis financiera sobre la eurozona había sido mínimo y que la amenaza de efectos de segunda ronda, derivados del repunte del precio del petróleo, situaba al Consejo en situación de 'extrema alerta'.
En un mundo donde los flujos financieros son globales, nadie es inmune a la tormenta y los daños colaterales sobre la economía real comienzan a ser más que evidentes en Europa y en los países emergentes. Desde la subida de tipos del BCE, el petróleo ha caído 40 dólares por barril y los modelos anticipan una normalización de la inflación a niveles del 2% para la próxima primavera. En junio nadie podía anticipar la debacle de los precios de las materias primas y el discurso prudente del BCE, viendo amenazado su objetivo de estabilidad de precios, estaba justificado. Sin embargo, el diagnóstico que hacía la autoridad monetaria sobre el crecimiento y la estabilidad financiera no podía estar más alejado de la realidad y es necesario que el BCE aterrice lo antes posible.
El consumo privado alemán se contrajo un 3% anual el pasado trimestre y está estancado desde el año 2001. El PIB nominal germano creció próximo al 3% anualizado en el primer semestre, por lo que tipos del euríbor por encima del 5% suponen una política monetaria extremadamente restrictiva que ayuda a explicar el frenazo de la actividad. Causa consternación leer que Axel Weber, presidente del Bundesbank, sigue defendiendo que la política monetaria es acomodaticia.
Para añadir presión sobre la actividad, el colapso de los mercados de capitales mantiene al sistema bancario europeo en apnea desde el pasado verano y la restricción crediticia en Europa ya se ha activado con fuerza. Los beneficios bancarios prácticamente se han esfumado y varias entidades entrarán en pérdidas en el segundo semestre.
Más estupor supone que, en medio de la tormenta, varios miembros del Consejo se permitan el lujo de debatir públicamente sobre cambios metodológicos en las subastas de liquidez. Esperemos que las medidas sirvan para reducir la elevada y creciente prima de riesgo del euríbor.
Los inversores esperan dos bajadas de tipos en 2009 hasta el 3,75%. No obstante, la evidencia empírica nos dice que el BCE, al igual que en su día el Bundesbank, tarda mucho en actuar y cuando lo hace tiene que sobrerreaccionar para evitar los efectos recesivos de sus políticas restrictivas, por lo tanto es posible que incluso podríamos ver más bajadas. Lo único que queda por saber es cuánto va a tardar el BCE en adecuar su discurso con la realidad y hoy tendremos la primera de fuego. Mucho me temo que perderán una oportunidad preciosa y que la historia volverá a repetirse.
José C. Díez. Economista jefe de Intermoney