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Convención Demócrata en EE UU

Kennedy y Michelle Obama reivindican el sueño americano

Emocionante, con contenido político en algunos de sus pasajes, a veces algo edulcorado pero sobre todo muy personal e intenso. Así fue el discurso que en la noche del lunes en Denver, madrugada en España, hizo Michelle Obama ante los delegados demócratas en la primera jornada de la Convención. Parte de su intervención en prime time la dedicó a retratar a su marido, el candidato Barack Obama, como el resultado de lo que es posible si el sueño americano se mantiene. "Tenemos la obligación de luchar por el mundo que debe ser" en contraposición al que es actualmente, dijo Michelle Obama. Antes que ella, el enfermo senador Edward Kennedy, puso el pabellón en pie para dedicarle una ovación.

Hace años, Michelle Obama, de 44 años, aceptó sin entusiasmo el papel que le correspondía al ser la esposa de una de las estrellas ascendentes de la política americana. Anoche, en el Pepsi Center de Denver (Colorado), esta licenciada en derecho por Harvard se presentó ante los delegados como una consumada profesional y capacidad para conectar con el público, algo muy necesario en una convención en la que todavía se tienen que curar muchas de las heridas abiertas por unas primarias inusualmente disputadas cuyo resultado han deprimido y enfurecido a los partidarios de Hillary Clinton. Pese a esta palpable fricción, que se acentúa con el hecho de que Obama ha perdido en las encuestas su ventaja sobre el republicano John McCain, el lunes, muchos de los delegados recibieron el personal y emocionante discurso con lágrimas y sonoros aplausos.

Las mujeres de otros candidatos han tenido en el pasado un papel importante en las convenciones, pero no tanto como el que le ha tocado jugar a esta mujer criada por unos padres trabajadores en el humilde South Side de Chicago. Pero Obama, que ha ganado en encanto y cintura política en los últimos meses (gracias en buena parte a una cuidada campaña), cumplió ayer a la perfección con un papel que consistía en presentar a su marido y transmitir el mensaje de que tanto él como ella son la personificación del sueño americano.

Obama recordó como ha oído hablar a su marido de "el mundo tal y como es" y "el mundo como debería ser". "Y el decía que muy a menudo aceptamos la distancia que separan a los dos". Según Obama, su marido quiere que la gente crea en sí misma, "que encuentren la fuerza en ellos mismos y luchen por el mundo como debe ser. ¿Y no es esa la gran historia americana?".

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La esposa del candidato recordó a su padre, un trabajador enfermo que se esforzaba todos los días en su trabajo, pero también a la gente "que trabaja en un turno de mañana, da un beso a sus hijos por la noche, y se van a trabajar a un turno de noche", a los militares y a los jóvenes con conciencia social. Obama tuvo también un recuerdo para Hillary Clinton, "que ha hecho 18 millones de brechas en el techo de cristal para que nuestras hijas e hijos puedan soñar con lo más alto y puedan ir a por ello". Con esas 18 millones de brechas, Obama retomaba las palabras de Clinton en el discurso que pronunció en unas primarias ya perdidas.

Según Obama, su marido quiere ganar las elecciones para acabar con la guerra en Irak de forma responsable, "para construir una economía que ayude a cada familia, para hacer la sanidad asequible para todos los americanos y para aseguraras que todos los niños tienen una gran educación". Incidiendo en el interés que tiene el candidato por llegar a más americanos que a sus seguidores o incluso los demócratas, Michelle Obama dijo que su marido no ve diferencias sino "el hilo que nos conecta, nuestra convicción de que la promesa americana, el compromiso con el futuro de nuestros hijos es lo suficientemente fuerte como para unirnos como una nación incluso cuando estamos en desacuerdo".

Y si el discurso de Obama fue emotivo, más aún lo fue la presencia del senador Edward Kennedy quien desoyendo los consejos de los médicos que le diagnosticaron un cáncer en el cerebro en mayo, acudió a Denver para hablar durante el tributo especial que le rendía su partido. En la convención, su sobrina Caroline Kennedy, hija de John F. Kennedy, le dio una palabra que el senador no pudo ejercer hasta pasado más de un minuto de aplausos. Pese a la gravedad de su situación, "nada, nada me mantendría alejado de esta reunión esta noche". Kennedy volvió a pedir el voto para Obama, como hizo en las primarias, y dijo que en enero "estaré en el senado para empezar otra vez". "La esperanza es la causa de mi vida", explicó el político.

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