Mucha atención a la morosidad
Los créditos fallidos aumentan de forma continuada desde hace más de un año. Según datos del Banco de España conocidos ayer, la morosidad en el sistema financiero se elevó en junio hasta superar el 1,61%, cifra desconocida desde enero de 1999. El dato no es alarmante en sí mismo, y está por debajo de otros países y muy lejos del máximo histórico del 8,7% alcanzado en 1994. Sin embargo, sí es preocupante la rapidez con la que crece: en menos de un año ha pasado del 0,69% al 1,61%. Parece que se van a cumplir algunas previsiones del sector, que vaticinan que la morosidad puede terminar el año en el 2%. Lo peor es que esas mismas estimaciones suben al 4% para 2009, y éste no parece un cálculo muy descabellado.
El vicepresidente segundo del Gobierno, Pedro Solbes, ha descartado que la subida de la morosidad pueda poner en apuros al sistema y considera que la actual tasa es asumible. Es cierto que, aunque la subida es intensa, parte de mínimos históricos muy alejados de los niveles de otros países. Además, las reservas dotadas durante los años de bonanza, gracias a una rigurosa política del Banco de España, son un colchón que debería evitar problemas en alguna entidad. Ante tal situación, el Gobierno descarta acertadamente -al menos, por ahora- medidas adicionales, como aumentar las provisiones para insolvencias exigibles a bancos y cajas. Hoy no parecen necesarias, pero no se debe restar importancia al previsible aumento de los impagos. Como tampoco se debe ignorar que no afecta a todo el sistema por igual.
Los fallidos se están cebando con más intensidad en las cajas de ahorros, que han triplicado en un año su tasa de morosidad -del 0,68% al 1,9%-, mientras que los bancos la duplicaban, hasta el 1,28. Tal y como admite el propio ministro de Economía, 'pueden verse afectadas' aquellas entidades excesivamente concentradas en actividades inmobiliarias. Para evitar males mayores, el Gobierno y el Banco de España han de mantener un seguimiento detallado de las entidades más afectadas. No todas las cajas han mantenido la misma política de riesgo a la hora de conceder créditos, ni se han visto expuestas de igual forma a los créditos ligados a la vivienda, tanto de promotores como de particulares. Sus áreas geográficas de influencia y su implicación en el boom inmobiliario han pesado en gran medida y de manera desigual. De hecho, sólo el índice de mora de cinco cajas supera el 2% -Caixa Catalunya, Caja Duero, Caixa Penedés, Caja España y Caixa Laietana-, de las que las dos últimas están por encima del 3%.
Las cajas españolas han estado en el punto de mira internacional desde el inicio de la crisis financiera. Algunos medios, sobre todo británicos, los analistas financieros y, más recientemente, las agencias de calificación las han cuestionado de una u otra forma. Moody's llegó a rebajar el rating a varias. Eso ha contribuido al endurecimiento de las condiciones para adquirir financiación en los mercados, lo que ha mermado el margen de maniobra de algunas. Pero meter a todas las cajas en el mismo saco es tan injusto y podría ser tan dañino como meter a todas las entidades. Por eso, hay que empezar a diferenciar y, para ello, resulta imprescindible un baño de transparencia. Es la mejor forma para que se mantenga la confianza.