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Columna
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Honestidad intelectual

Ben Bernanke es profesor universitario además de banquero. El discurso pronunciado el lunes refleja ambos roles. La parte que procedía del antiguo presidente del Departamento de Economía de la Universidad de Princeton fue más alarmante que la del actual presidente de la Reserva Federal.

Los mercados sólo han analizado su discurso como presidente de la Fed. Bernanke minimizó el riesgo de un 'sustancial descenso económico', expresó que no era urgente el asunto de la estabilidad financiera y dijo que la Fed 'resistirá fuertemente' cualquier 'erosión' de las expectativas de inflación a más largo plazo. Lo primero es ahora poner precio para agosto.

Pero la discusión académica fue más reveladora. Mostró que está profundamente perplejo por la dinámica de la inflación, pasado, presente y futuro. Los precios de las commodities fueron el primer tema. Están excluidos de la inflación subyacente. Pero Bernanke admitió que esta política ha liderado las predicciones a la baja de la inflación. También expresó su desconcierto en cuanto a por qué se han disparado tanto los precios de los commodities y tan rápido hasta ahora.

Entonces cambió hacia la relación entre precios y salarios. Parece que los empleados no han mantenido sus salarios como los modelos predicen que deberían hacerlos. Esto sucede porque los modelos defienden que una economía débil mantendrá los salarios crecientes hasta casar con los precios más altos. El tema final fue cómo actúan las expectativas de inflación. El dilema intelectual parece casi completo. Ninguno conoce cómo son preparadas esas expectativas, por qué cambian o cómo influyen realmente en el ajuste de salarios y precios.

Los profesores quieren debates animados, por tanto quizá los reconocimientos de ignorancia de Bernanke no deberían ser interpretados como un grito de desesperación intelectual. Pero con la insistencia de la inflación global sorprendiendo más a los economistas, el modelo convencional se haría con unos pocos cambios fundamentales.

Quizás Bernanke debería pensar más en el dinero y los créditos, notablemente ausentes de su discurso. La vieja explicación de la inflación no implicaba expectativas ni restricciones en la capacidad, pero sí un exceso de poder adquisitivo sobre la oferta de bienes y servicios. En esta teoría monetarista habría llegado el momento de una gran reactivación.

Por Edward Hadas

Opciones de British Energy

Si algunos como Gazprom predicen el petróleo a 250 dólares el año que viene, no es de extrañar que los inversores de British Energy se hayan sentido en alza. El grupo de energía nuclear ha rechazado por bajas las ofertas por la compañía. Dice que el precio de la electricidad, además del potencial para construir nuevas centrales, justifica los 735 peniques por acción, o 11.800 millones de libras. El inconveniente es que sólo un ofertante hasta ahora, la francesa EDF, está preparada para pagar entre 680 y 700 peniques por acción.Es fácil ver por qué los accionistas de British Energy se sienten un poco defraudados. Después de todo, los precios de la energía en Reino Unido han crecido más de un 50% este año, principalmente por el petróleo. British Energy es altamente sensible al crudo debido a sus altos costes fijos. Enchufarse la corriente cuesta 76 libras por megavatio, y las acciones podrían tener un precio de 890 peniques, según Morgan Stanley. Y esto antes de tener en cuenta el potencial de ganancias derivado de construir nuevas centrales nucleares.En teoría, las utilities tienen más tendencia que las compañías de petróleo y gas a utilizar precios más altos, al menos en el corto plazo. Están más preparados para compensar y firmar contratos de suministro de largo plazo. Pero EDF es cauta acerca de predecir el precio del petróleo. Después de todo, los altos costes fijos pueden cortar ambas vías. British Energy casi quiebra hace cinco años. Y aunque los potenciales ofertantes, como RWE e Iberdrola, están haciendo sus cálculos EDF es, por el momento, el único postor. Si los inversores de British Energy creen que la compañía vale tanto podrían presionar a la compañía para buscar socios y construir las centrales nucleares, en lugar de ofrecerse en venta.La opción de no vender puede venir bien al Gobierno británico, que todavía posee el 35% de British Energy. No perdería dinero, ya que ha prometido usar las ganancias de la venta de sus acciones para pagar el desmantelamiento de los viejos planes nucleares. Pero puede ser sensato dispersar el riesgo de nuevas construcciones entre varias compañías. Y puede ser más fácil de acordar que el valor actual de British Energy.Por Fiona Marhag-Bravo

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