La servidumbre de BAA
Ferrovial pagó un alto precio para ganarse a los accionistas de BAA hace dos años. ¿Tendrá la constructora española que hacer lo mismo con los bonistas del gestor de aeropuertos?
BAA ha recibido el apoyo de nueve bancos, con un préstamo por 7.650 millones libras, para estar asegurado contra los aeropuertos regulados del grupo, incluido Heathrow y Gatwick. Es todo un golpe en ese fragmentado mercado. Pero BAA todavía necesita convencer a los actuales bonistas, con 4.500 millones de libras de deuda heredada, para migrar a la nueva estructura de deuda con la que completar la refinanciación. La Asociación de Aseguradores Británica (ABI) está contactando a sus miembros para ver quién tiene los bonos y qué términos aceptarán.
En teoría, los bonistas no necesitarían mucha zanahoria para conseguir de ellos que intercambien sus actuales bonos por unos nuevos. Después de todo, la nueva estructura tendrá un más elevado rating, en el nivel A-. Y hay todo un gran palo: las agencias de rating rebajarán casi seguramente los bonos al nivel de basura si la refinanciación fracasa. Muchos bonistas podrían ser forzados a vender sus bonos, dejándoles al cuidado de fuertes pérdidas.
Los hedge funds, por el contrario, han puesto en los bonos expectativas para apretar a Ferrovial tan fuerte como puedan. Si dos tercios de los bonistas acuerdan migrar, los hedge funds estarán forzados a seguir el pleito. Pero si bastantes hedge funds actúan de forma intransigente, podrían tener algún poder negociador, no menos, porque BAA también tiene un gran aliciente en conseguir que la refinanciación se haga de una manera ordenada. Irritar a los inversores de bonos no es un movimiento inteligente para una compañía tan dependiente de la financiación de la deuda como BAA. El precio de las acciones de Ferrovial podrían también caer como una piedra.
¿Quién parpadeará primero? Este no ha sido un buen año para los hedge funds, y una caída libre en el valor de los bonos de BAA podría hacer que fuera peor. Probablemente no tendrá que ofrecer demasiados incentivos para ganar su cooperación. Para Ferrovial, esto podría ser el precio a pagar para lograr que los hedge funds dejen su apoyo.
Por Fiona Marhag-Bravo
Sonría y corra
Empieza a notarse de nuevo cierta inquietud como a mediados de marzo. Un banco de inversión está siendo objeto de rumores sobre pérdidas y su necesidad de recaudar más capital, al tiempo que sus acciones caen en picado. Sin embargo, en lugar de Bear Stearns, el protagonista de esos murmullos es, esta vez, Lehman Brothers.Resulta sencillo sacar a relucir motivos recurrentes: una cartera más amplia de negocios, una mejor gestión para estar mejor preparada para hacer frente a la crisis e, incluso, una demostrada capacidad para captar cuota de mercado en momentos de recesión. Sin embargo, nada de eso sirve en situación de pánico del mercado y los clientes y las entidades mueven sus negocios en otra dirección.Lehman, además, tiene dos particularidades que lo diferencian de Bear. En primer lugar, dispone de mayor liquidez -40.000 millones de libras- y cuenta con el doble de efectivo que su ahora difunto rival. Claro que si se confía puede que también acabe quemado. Ahí es donde llega su segunda ventaja. Las facilidades de la Reserva Federal para conceder crédito a los bancos de inversión, entre ellos Lehman, que actúan como principales prestamistas del Gobierno.Lehamn insiste en que desde abril no recurre a la Reserva Federal y que entonces sólo lo hizo para pequeñas cantidades. Eso debería dar algo de confort y robustez a su balance. Los precios consensuados por las entidades de crédito apoyan un relativo optimismo. A medida que aumentan los rumores, no de una forma drástica, al menos no como en marzo.Por lo tanto, el crédito de Lehman suena razonable, a diferencia de la situación por la que pasó Bearn Stearns antes de su desaparición. Lehman podría anunciar pérdidas en este segundo trimestre por contratos de futuros que no funcionaron. Si sucediera, la entidad necesitará ampliar capital.Si incrementa 4.000 millones de dólares en acciones ordinarias, tal y como se rumorea, representaría un cuarto de su actual valor de mercado, una dilución demasiado alta para sus actuales propietarios. A largo plazo, probablemente se vea obligada a mantener un bajo apalancamiento. Si se combina con débiles ingresos en banca de inversión, le haría mantener un bajo nivel de ingresos durante algún tiempo.Por Antony Currie y Robert Cyran