Soltando lastre
La posibilidad de que Ebro Puleva venda o escinda su negocio azucarero parece anticiparse a los augurios de cambio para la agricultura europea en 2013, señala el autor. En esa fecha confluirán, en su opinión, la tercera reforma del sector y la más que probable supresión de cuotas azucareras
Ebro-Puleva acaba de anunciar que propondrá a su junta de accionistas 'la venta o escisión de su negocio azucarero'. La noticia significa una especie de canto del cisne de la principal empresa azucarera española. La azucarera Ebro fue una de las cuatro grandes empresas que lograron el autoabastecimiento de azúcar. Con la adhesión a la UE se aceleró la concentración empresarial y Ebro absorbió a la Sociedad General Azucarera y a la Compañía de Industrias Agrícolas (Cia), quedando la antigua Cooperativa Onésimo Redondo de Valladolid, hoy día Acor, como única competidora en el mercado español.
El sector azucarero tiene una estructura oligopolística, como de hecho ocurre en el resto de países europeos. La empresa fue diversificándose hacia otro tipo de productos alimenticios, mientras la producción de azúcar se adaptaba al difícil escenario europeo. Desde 1985 la superficie remolachera ha descendido un 60%, los rendimientos han aumentado un 85%, resultando hasta 2005 un incremento de producción de azúcar del 25%. Es decir, el esfuerzo de modernización y reestructuración del sector remolachero/azucarero en España ha sido muy notable. Y a pesar de ello las importaciones netas han ido aumentando, desde representar un 4% de la producción interior en 1985, al 42% en 2005.
Con la reforma de la política europea de 2005 se condenaba prácticamente a una reducción del sector español a la mitad. Y el mayor problema es que esta segunda reestructuración azucarera no será la última. El origen de la actual crisis arranca del Panel de la Organización Mundial de Comercio (OMC) contra las exportaciones comunitarias de azúcar, que ha obligado a efectuar la drástica reforma europea, beneficiando a Brasil, Australia, Tailandia y, en el futuro, a la India. También los acuerdos comerciales preferenciales han contribuido a acelerar la catástrofe azucarera española, especialmente el conocido como todo menos armas.
La reforma se ha basado en una disminución sustancial de precios, acompañada de un recorte voluntario de producción bajo la amenaza, en caso contrario, de adoptar una disminución drástica de las cuotas nacionales de aquellos países que no se acogieran a la reestructuración. En compensación se introdujeron un conjunto de ayudas para cultivadores y fábricas de azúcar que renunciaran a una parte sustancial de sus cuotas. Las mayores ayudas van destinadas a aquellos que abandonen un 50% de sus cuotas de producción, entre los que se encuentra España. No obstante, el sistema de ayudas tiene fecha de caducidad entre 2013 y 2014.
Con ocasión de la reforma, en noviembre de 2005, Ebro-Puleva valoró positivamente las medidas adoptadas, seguramente porque pensaban que las decisiones podían haber sido aún peores. En España suele acogerse con cierta euforia aquellas reformas que contienen medidas transitorias que trasladan las catástrofes varios años en el futuro. Seguramente pensando que serán otros los gestores que tengan que sufrir los efectos. Lo cierto es que, en aquel entonces, aún se soñaba un tanto ingenuamente con que la producción de bioetanol podría paliar los males del sector remolachero. Al menos eso manifestó el comunicado de Ebro en aquel momento.
Pero lo cierto es que ni la reforma de 2005 ni los posteriores acuerdos profesionales para reestructurar el sector en España, es decir reducirlo a la mitad, han servido para dar estabilidad y viabilidad al negocio azucarero. Porque las peores decisiones pueden estar aún por llegar. La tercera reestructuración vendrá obligada por los acuerdos arancelarios en la Ronda de Doha de la OMC, que amenazan con recortar entre un 66% y un 77% la actual protección arancelaria, así como una reducción notable en la cláusula de salvaguardia, o su simple eliminación. Pero también existe la sospecha de que, antes o después, sean suprimidas las cuotas azucareras que, al fin y al cabo, representan el mejor activo de los productores. Aun más, con la supresión de cuotas quedará liberalizada la producción de isoglucosa y otros edulcorantes sustitutivos que, hasta ahora, han tenido su futuro ligado al mantenimiento del sector azucarero de remolacha.
En definitiva, el horizonte 2013/14 podría ser el cambio de era, dado que en su entorno parecen confluir todos los augurios de cambio para la agricultura europea. Si las cuotas lecheras tienen fijada fecha de caducidad en 2015, no sería extraño que también se suprimieran las cuotas azucareras, aunque la Comisión bastante tiene por ahora con hacer cumplir la actual reforma. Deja los anuncios apocalípticos para más adelante. De cualquier forma, es lógico que una empresa como Ebro-Puleva tenga sus propios oráculos que le anuncian anticipadamente las señales de los tiempos.
Carlos Tió. Catedrático de Economía Agraria de la Universidad Politécnica de Madrid