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Columna
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Royal Bank y su adiós al seguro

No cuenten con que Royal Bank of Scotland (RBS) diga adiós a su división de seguros. El banco ha puesto el negocio en venta, incluida Línea Directa, como parte de una estrategia para elevar su ratio de capital por encima del 6%. Pero los 7.000 millones de libras (8.890 millones de euros) que ha puesto como precio RBS es superambicioso. Tampoco sir Fred Goodwin, el consejero delegado de RBS, quiere vender o está manteniendo sus opciones abiertas.

Al precio solicitado, Línea Directa sería la segunda mayor operación de una aseguradora, y la mayor en 11 años, según Thomson Reuters. Esto significa que probablemente haya sólo un limitado grupo de potenciales compradores. La alemana Allianz y la francesa Axa han indicado ya que ellos posiblemente no pujen.

Es más, los 7.000 millones de libras en los que ha sido valorada Línea Directa, en más de 12 veces los ingresos de 2009, suponen una prima de más del 40% para otra gran aseguradora británica de no vida, según Keefe, Bruyette & Woods. Un comprador lo encontraría difícil de justificar. Línea Directa no está creciendo rápidamente. Sus primas se han elevado menos del 2% anual, frente al 9,5% de Admiral, considerado su mayor rival. Los pretendientes podrían luchar para conseguir sinergias que justificaran una prima. Los conflictos de competencia podrían alejar a las aseguradoras de no vida de Reino Unido -Línea Directa tiene un 32% del seguro del automóvil-. Además, el bajo ratio de coste sobre el negocio, del 26%, comparado con las primas, no parece ofrecer muchas oportunidades para ajustar la creación de valor.

Goodwing puede sentirse cómodo insistiendo en su precio porque no siente que tenga que cerrar el acuerdo. Asumiendo el nivel de riesgo calculado por Citigroup para este año, el grupo sólo necesitaría ganar 2.000 millones de libras con la venta de activos para lograr sus objetivos de capital -menos de la mitad de sus potenciales plusvalías de 4.500 millones de libras con Línea Directa-. Goodwin obtendría esta cantidad vendiendo negocios menores como la participación en Condor Ferries y una joint venture bancaria con Tesco, además de Angel Trains, que ya está a la venta. Goodwin lograría esa cantidad disponiendo sólo de una parte de su negocio, implicando quizá en el acuerdo a Bankinter, el socio español de Línea Directa. Manteniendo sus opciones abiertas, Goodwin elegiría la mejor. Por Mike Verdin

¿Un lastre para el euro?

Eslovaquia entrará en la zona euro el próximo mes de enero. Ha cumplido los criterios de Maastricht para la adopción de la moneda única. Sin embargo, éstos no incluyen la balanza de pagos, el gasto gubernamental o los límites de la deuda en moneda extranjera. Eslovaquia los incumple todos de forma alarmante. Con su actual antirreformista Gobierno, Eslovaquia quizá se convierta en el nuevo hijo problemático de la zona euro.Si Eslovaquia hubiera mantenido en el Gobierno de Mikulas Dzurinda, que gobernó entre 1998 y 2006, podría haber sido un digno miembro del euro. El Gobierno de Dzurinda privatizó la mayoría de la economía eslovaca, dando la bienvenida a inversiones extranjeras y promulgando reformas macroeconómicas en el país tan efectivas que Eslovaquia ha acabado con una tasa de crecimiento de la productividad anual del 4,7% durante 10 años, entre las más altas del mundo. Esta productividad ha permitido al actual Gobierno populista-izquierdista de Robert Fico revaluar la corona un 8,5% en marzo de 2007, incluso con el sustancial déficit de la balanza de pagos.El Gobierno de Fico es profundamente antirreformista. El gasto público eslovaco permanece muy alto, en el 50% del PIB. Y los eslovacos han sacado provecho de una corona fuerte para participar en una orgía de préstamos exteriores -el endeudamiento de los bancos extranjeros aumentó un 85% en 2007, hasta 14.200 millones de dólares, y el conjunto del endeudamiento exterior fue del 62% del PIB el año pasado-.El complimiento de Eslovaquia con los criterios de Maastricht será probablemente temporal, como lo fue en Italia en 1997-1998. Su déficit, la inflación y el excesivo gasto público harán del país un lastre para la zona euro. Si el crecimiento de la productividad de los últimos diez años fuera continuado podría escapar de este destino. Pero esto parece poco probable. Las políticas que han propiciado el crecimiento han sido abandonadas.Por sí sola, Eslovaquia es demasiado pequeña para hacer un daño real a la zona euro. Sin embargo, sus puntos débiles refuerzan al grupo de rezagados de la zona euro y hacen el espacio común europeo menos competitivo. Sumar más rezagados a la unión monetaria puede, con el tiempo, amenazar al euro. Por Martin Hutchinson

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