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Tribuna
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Ahora toca hacer los deberes

El resultado de las elecciones refuerza la idea de la necesidad de diálogo y consenso en los grandes asuntos, subraya el autor. Y señala en especial uno, el de la educación, que considera básico y prioritario para el desarrollo futuro de cualquier país

Las elecciones generales del pasado domingo nos han disipado las dudas y han finalizado los debates. Ahora, con los resultados en la mano, el Gobierno que salga de las urnas deberá gestionar un panorama distinto desde el punto de vista político. La victoria de Rodríguez Zapatero en las urnas es una realidad aunque no ha coincidido un descalabro de su principal oponente. Se refuerza la idea del necesario diálogo y consenso en temas de gran calado.

La fuerte polarización de la campaña ha tenido sus efectos más demoledores en algunas de las formaciones minoritarias, pero dejando de lado el análisis estrictamente político, la agenda del presidente vendrá cargada en los próximos meses y necesitará de una serie de consensos básicos para poder afrontar una desaceleración económica que no es un producto exclusivo nuestro, sino reflejo retardado de un fenómeno global. Es por ello que en este análisis de urgencia quisiera insistir en lo que entiendo básico y prioritario para el desarrollo futuro de un país y que corresponde al ámbito de mi conocimiento profesional: la educación.

El futuro Gobierno ha de tener en la educación de sus ciudadanos y la formación de sus profesionales uno de los ejes fundamentales de su actuación. Y ahora que comenzamos una nueva etapa es bueno recordar los importantes retos que tenemos ante nosotros:

l Mejorar la competencia de nuestros escolares, cuyos bajos índices en materias tan básicas como matemáticas o comprensión lectora han sido tan criticados en el último informe PISA.

l En educación universitaria, adaptarnos definitivamente y de forma inequívoca al modelo Bolonia que entrará en vigor en 2010, o sea a mitad de la legislatura que ahora comienza.

l Poner a nuestras universidades públicas en los rankings de excelencia internacionales. Actualmente la primera universidad española se encuentra más allá del número 200.

l Incrementar las aportaciones al I+D+i para poner al país en los porcentajes de inversión que requiere la sociedad del conocimiento. Para ello, parece obvio mantener un sistema de deducciones fiscales que favorezcan estas inversiones.

l Prestigiar la formación profesional y recuperar los oficios.

l Introducir elementos de competitividad en el sistema educativo público.

l Recobrar una cultura del esfuerzo y de la creación de empresas.

l Aceptar como un valor añadido la diversidad en nuestras aulas.

Me pregunto si no existe un secreto en la formación de directivos, en la que España ha alcanzado una excelencia más que notable con un cluster de cuatro escuelas entre las mejores del mundo, que pueda trasladarse al resto de nuestro sistema educativo.

Alguien tendrá que ser capaz de explicar, con convicción, que la buena gestión de los recursos no es una característica exclusiva de las empresas privadas y que no existe ninguna razón para que la educación pública sea mal gestionada. Esto no significa la privatización de los recursos, sino que debería suponer un mayor nivel de rigor y eficacia en el uso de los mismos. Al fin y al cabo, sea quien sea el partido en el Gobierno, los Presupuestos son cubiertos a través de los impuestos que pagamos los ciudadanos, razón más que suficiente para que exijamos un buen uso de un dinero siempre limitado y escaso.

Quiero insistir en la necesidad de encontrar fórmulas estables a lo largo de periodos de tiempo suficientemente largos para nuestro sistema educativo. No olvidemos que una persona que entra en la enseñanza primaria permanecerá casi dos décadas dentro del sistema educativo. Por tanto, los vaivenes en la legislación y en los planes de estudio lo único que hacen es añadir desconcierto a un proceso que sólo podremos juzgar en el momento en que la persona acceda al mundo laboral.

No me parece lo más apropiado que cada vez que hay un nuevo titular en el ministerio correspondiente, que como máximo durará toda una legislatura, se creen nuevos planes de estudio de los que no veremos los resultados antes de cinco o diez años.

Por tanto, deberíamos solicitar al Gobierno que sea coherente con los planes educativos desarrollados durante la anterior legislatura y que sea capaz de llegar a un acuerdo importante con la oposición para dar a la educación un marco de estabilidad a largo plazo.

En cualquier caso, ahora corresponde apoyar al Gobierno elegido democráticamente y ayudar para que el futuro sea siempre mejor.

David Parcerisas. Presidente de la Fundación EADA (Escuela de Alta Dirección y Administración)

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