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Debate abierto
Tribuna
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Hacia una profunda revisión del sector

Hoy día nadie puede imaginar nuestra sociedad sin la contribución de las ONG. Por eso tan incorrecto es ignorar los casos cada vez más frecuentes de anomalías e irregularidades protagonizadas por ONG que están generando una preocupación creciente sobre este tipo de organizaciones, como no diagnosticar adecuadamente las causas y consecuencias que están llevando a esta cascada de escándalos que tienen más calado de lo que parece. Dicho de otra forma, es imprescindible comprender los patrones de intervención que las ONG han desarrollado en la sociedad, los modelos y las interacciones que todo ello genera, así como el espacio operacional en el que intervienen, y esto no es un simple problema de justificación de subvenciones, como se dice.

Solo la primera ONG mundial dispone de recursos anuales superiores al PNB de los 65 países más pobres del mundo, mientras que las cinco primeras grandes ONG mundiales sumarían un presupuesto anual global superior al PNB de los 81 países más pobres. Los 385.000 padrinos que tenía Intervida y los 175.000 de Anesvad, organizaciones incursas en graves procesos judiciales, aportaban al año cerca de 150 millones de euros, lo que multiplica por seis el presupuesto del Instituto de la Mujer, y por cuatro el de la Agencia Española del Medicamento. Por tanto, no son sólo sentimientos y valores lo que las ONG canalizan, sino también elementos económicos y políticos de enorme calado, algo que hay que comprender adecuadamente ya que no son pocas las ONG que han convertido la obtención de recursos en su fin primordial, prescindiendo de otras formas de intervención no monetarizadas.

El oenegeísmo es, por tanto, un fenómeno de la sociedad global y un exponente más de las transformaciones que se están produciendo en los Estados, en la gobernanza y en el conjunto de las relaciones internacionales. Es indudable que las ONG nacionales y transnacionales desempeñan un papel absolutamente crucial en las transformaciones sociales y económicas de todos los países, generando cambios políticos de calado, impulsando acuerdos globales extremadamente importantes, luchando contra la pobreza, supervisando el respeto de leyes internacionales, trabajando por la paz, la desmilitarización y el respeto medioambiental, vigilando la actuación de organizaciones multilaterales.

Ahora bien, precisamente por ello, surgen organizaciones espurias que intentan aprovecharse del patrimonio moral que las ONG han acumulado, de su formidable apoyo social y porqué no decirlo también, de los importantes recursos económicos que circulan en este espacio y los escándalos que están aflorando son un buen ejemplo.

A la luz de todo ello, se plantea la exigencia de una revisión en el sector para impedir su degradación, estableciendo parámetros básicos y homologables de funcionamiento de obligado cumplimiento, evitando actuaciones espurias y poco éticas como las que se están registrando. Son las mismas ONG las que más interés deben tener en separar a aquellas otras entidades de aluvión que han adoptado esta fórmula organizativa para aprovecharse mejor de la simpatía social y del apoyo económico que han cosechado.

Parece necesario, por tanto, crear espacios de verificación y supervisión de las ONG por medio de organismos formados por ellas mismas pero no relacionados con su funcionamiento o financiación, dotados de competencia y autoridad para intervenir ante irregularidades manifiestas, algo en estos momentos inexistente. Es conveniente delimitar también cuáles son los elementos básicos exigibles a las ONG y qué medidas deben aplicarse para su respeto en caso de incumplimiento. Este es el proceso que algunos países han vivido, y que empieza a debatirse también en España.

Pero son las ONG las que tienen que recorrer este camino, definiendo, identificando y estructurando ese mínimo común denominador. El sector necesita de una profunda reflexión que impida que entidades oportunistas se apropien de la trayectoria, del esfuerzo y del apoyo que infinidad de organizaciones han obtenido con mucho sacrificio en las últimas décadas, pudiendo dar una mejor respuesta a los nuevos desafíos y transformaciones que plantea una globalización cambiante.

Y la nueva Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo no puede seguir mirando hacia otro lado, como si todo esto no fuera con ella.

Carlos Gómez Gil. Doctor en Sociología, profesor de la UA y experto en ONG

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