Subasta fiscal ante el 9-M
Ya no hay duda de que la economía va a ser la estrella de las próximas elecciones. El bolsillo será el reclamo propagandístico de primer orden ante el 9-M. Bienvenido sea ese debate si es generador de ideas que garanticen un futuro próspero los próximos cuatro años, y sirve para crear una economía más competitiva que proporcione más bienestar a los españoles. Pero, de momento, estamos más bien ante una mera subasta fiscal a ver quién promete más.
El PSOE respondió este fin de semana a la propuesta de rebaja fiscal del PP con un mensaje claro: si José Luis Rodríguez Zapatero se queda en La Moncloa 13 millones de españoles contarán con una paga extra de 400 euros que recibirán mediante una devolución fiscal. La oferta de una nueva reforma en el IRPF que abandera Mariano Rajoy no es tan directa y, si no ofrece más detalles, cada votante no sabrá a ciencia cierta cuánto le reportará -en euros- la propuesta popular.
Como golpe de efecto, el PSOE ha dado la campanada con un mensaje tan directo como simple. Frente a los que lo consideran una 'propina', lo cierto es que para muchos contribuyentes, mileuristas especialmente, supone un ingreso nada desdeñable. No obstante, la medida tiene una difusa intencionalidad macroeconómica y, como estímulo para el consumo, no parece un acicate sustancial.
Los dos partidos con posibilidad de gobernar, al igual que CiU, con el que tal vez puedan coaligarse para acceder al poder, coinciden en ofrecer reducciones de impuestos como reclamo. En ese sentido, no se diferencian. Sin embargo, a pesar de ser una materia troncal también en estos comicios, sigue pareciendo improbable el necesario debate de calado sobre cuál debe ser el modelo fiscal que rija la economía española en los próximos años. Algo más preocupante cuando se avecinan momentos más difíciles para la economía y, por tanto, para las finanzas públicas.
Aceptando la libertad de los partidos para lanzar promesas electorales, hay cuestiones con las que no se debe hacer malabarismos. Y el sistema impositivo es una de ellas. Es preciso que los contribuyentes, ciudadanos y empresas, dispongan de estabilidad fiscal para poder tomar sus decisiones económicas.
El PP prometió el viernes reducir a tres los tramos del IRPF y bajar los tipos máximos, lo que sumó a la propuesta de dejar exentas de tributación a las rentas de menos de 16.000 euros. Dos días más tarde Zapatero respondió con la oferta de los 400 euros. Es difícil no ver esta carrera de promesas fiscales como una subasta improvisada, más que como una propuesta meditada, razonada y calculada. Ayer mismo, CiU volvió a solicitar al Gobierno que rebaje las retenciones del IRPF un 5% para incentivar el consumo, además de anunciar que su programa incluirá también rebajas del tipo de Sociedades. ¿Hay quien dé más?
Poner dinero extra en manos de los ciudadanos y de las empresas es un balón de oxígeno para animar el consumo y darle alegría a la actividad. Eso es tan cierto como que las finanzas públicas no son una goma elástica. Si el crecimiento se ralentiza, el superávit presupuestario se reducirá. Hoy, más que nunca, todo aconseja no frivolizar con la merma de ingresos.