Solución contra el cambio climático
Durante los últimos 15 años un grupo de trabajo de las Naciones Unidas formado por científicos ha liderado el debate sobre la realidad del cambio climático y sus consecuencias, publicando informes irrefutables donde los científicos nos han dicho que a su juicio el cambio climático es ya una realidad. Ante eso, empresarios, economistas, ingenieros y la sociedad en general debemos darnos por enterados y pasar a la acción, proponiendo y poniendo en marcha soluciones para evitarlo.
En ese sentido, una de las áreas donde son necesarias soluciones a corto plazo es la de la energía, tanto para la producción de electricidad como para el transporte. Por una parte, la demanda energética mundial está creciendo y, muy probablemente, continuará haciéndolo, tanto por el incremento de la población como por el aumento del nivel de vida en determinadas áreas geográficas. Por otra parte, las fuentes de energía convencionales presentan importantes problemas, no sólo por su efecto en el cambio climático sino por ser limitadas. Ni los combustibles fósiles, ni los nucleares, durarán para siempre.
Afortunadamente, a día de hoy existen soluciones energéticas limpias y renovables probadas en comercialización y con unos costes razonables. Actualmente, sabemos cómo utilizar la energía del sol, del viento, de los saltos de agua, de la biomasa, de las mareas, de las olas y de las corrientes marinas.
De estas energías, la más conocida es la eólica que, de hecho, viene experimentando un fuerte crecimiento en los últimos años. Sin embargo, la energía solar presenta importantes ventajas para la producción de electricidad.
Para que nos hagamos una idea de su potencial, el sol nos envía cada año varios miles de veces más energía que la que se consume en todo el planeta, y algunos científicos afirman que bastaría con cubrir con colectores solares un pequeño porcentaje de los desiertos cálidos del globo para satisfacer las necesidades eléctricas del mundo entero. Tampoco es que haga falta llegar a esos extremos, pero nos da una idea de la capacidad de generación de este tipo de energía.
Además, ya existen dos tecnologías comerciales basadas en este tipo de energía. La primera de ellas, la fotovoltaica, presenta la ventaja de poder generar electricidad de manera central -en plantas conectadas a red- o distribuida -en lugares cercanos al punto de consumo, como los tejados de nuestras casas o nuestras fábricas-. Eso sí, presenta costes todavía elevados, aunque están descendiendo de manera rápida y, en un futuro, serán competitivos con los de las energías fósiles, si se tiene en cuenta el coste de las emisiones de CO2 y otros gases que provocan el cambio climático.
Además, existe otra tecnología, la termosolar de alta temperatura, que permite construir plantas eléctricas de decenas o cientos de megavatios con un coste muy inferior a la fotovoltaica y sin el inconveniente de la discontinuidad que presentan tecnologías como la eólica o la propia fotovoltaica. Estas plantas utilizan sistemas de almacenamiento o hibridan gas para asegurar su gestionabilidad, facilitando su integración en la red eléctrica.
Esta tecnología termosolar de alta temperatura está plenamente probada a nivel comercial. En el mundo hay 400 megavatios en funcionamiento, 11 de ellos en España, varios cientos más en construcción, la mayor parte en nuestro país, y varios gigavatios en desarrollo. Esta tecnología es la solución ideal para disponer de grandes plantas limpias y gestionables en países como España, con alta radiación solar. Esta situación abre una oportunidad para que la industria nacional lidere el desarrollo de esta tecnología de manera global y contribuya a luchar contra el cambio climático que, pese a quien pese, es lo que importa.
Santiago Seage
Presidente de Abengoa Solar