_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un nuevo activo financiero

La pobreza sigue siendo un gran problema en nuestras sociedades, especialmente en los países en vías de desarrollo, donde más de 2,5 millones de personas viven con menos de dos dólares diarios. La escasez de trabajo y la falta de acceso a cualquier clase de financiación les impiden ganar un salario digno o emprender un negocio propio para salir de su situación.

Las microfinanzas han demostrado ser una alternativa para reducir la pobreza, proporcionando financiación a aquellos que no tienen acceso a servicios bancarios formales. En un principio, las organizaciones que concedían microcréditos, llamadas Instituciones de microfinanzas o IMF, operaban con dinero público, prestando pequeñas cantidades, a veces de hasta 50 euros, a empresarios informales, familias pobres y en general a todos los grupos excluidos del sector financiero.

Estas organizaciones han probado que prestar dinero a microempresarios y a hogares de bajos recursos puede ser rentable; de hecho, algunas IMF han crecido hasta transformarse en intermediarios financieros regulados. Esta evolución en la estructura y en el tamaño de las IMF se ha visto acompañada de cambios en sus fuentes de financiación. Por un lado, las más grandes y consolidadas han comprendido que para crecer no pueden depender de fondos públicos sino que necesitan profesionalizarse y atraer fondos más estables y sostenibles.

Las inversiones en microfinanzas combinan un rendimiento financiero con un 'rendimiento social'

Simultáneamente, las instituciones que apoyaban tradicionalmente el sector, como ONG, instituciones de desarrollo bilaterales y multilaterales, fundaciones, etcétera, han cambiado su estrategia y empezado a sustituir los subsidios por instrumentos financieros comerciales.

Por último, muy recientemente, los inversores privados han descubierto el potencial de las microfinanzas como un nuevo activo financiero. Esta tendencia se debe a la buena evolución del sector, que ha probado su capacidad para generar beneficios, y a la aparición de nuevos inversores institucionales y particulares preocupados por el impacto social de sus inversiones. En este sentido, las inversiones en microfinanzas combinan un rendimiento financiero con un rendimiento social.

Esta nueva posibilidad de acceder a los mercados de capital puede mejorar la estructura financiera de las IMF, diversificando sus fuentes de financiación, incrementado su capacidad de endeudamiento, alargando los plazos de la deuda y reduciendo sus costes. Para poner en contacto la demanda de financiación de las instituciones de microfinanzas con los nuevos inversores socialmente responsables de los mercados de capitales ha sido necesario estructurar instrumentos financieros innovadores que se adapten a las peculiaridades del sector. Una de las últimas novedades es la titulización, mecanismo financiero que permite transferir carteras de activos a un vehículo especial (SPV) y emitir bonos en los mercados de capital para financiarlos. En el caso de las microfinanzas el inversor en el bono titulizado financia indirectamente a las IMF para que puedan incrementar sus créditos a los pequeños empresarios locales. Además, estas operaciones ofrecen una rentabilidad interesante y la posibilidad de diversificar las carteras de inversión.

La primera transacción de este tipo tuvo lugar en julio de 2004, cuando una consultora especializada en microfinanzas, BlueOrchard, estructuró una titulización de préstamos a IMF de América Latina, Rusia y Camboya, financiando indirectamente a 40.000 empresarios. Para ello se creó un vehículo especial que emitió bonos en los mercados de capital por un total de 40 millones de dólares. En principio, los inversores eran organismos públicos que pretendían apoyar la innovación del sector, sin embargo paulatinamente los sectores privados se van familiarizando con estos mecanismos y participando más activamente en ellos.

Una prueba evidente de esta tendencia es la emisión que tuvo lugar en marzo de 2007, por una cantidad considerablemente mayor (110 millones de dólares), contando con la participación de Morgan Stanley y obteniendo por primera vez una calificación crediticia de S&P. Los fondos se han utilizado para financiar 20 IMF de 12 países (Azerbaiyán, Bosnia, Camboya, Colombia, Georgia, Kenia, Mongolia, Montenegro, Nicaragua, Perú, Rusia y Serbia). La emisión permitirá financiar indirectamente a más de 70.000 microempresarios.

Estas experiencias demuestran que la titulización puede convertirse en un instrumento para transformar una parte de la liquidez de los mercados en verdadera ayuda al desarrollo. Quizá cuando este mecanismo se generalice todos podremos contribuir a la reducción de la pobreza.

Guadalupe de la Mata

Responsable de Proyectos del Departamento de Caribe y Pacífico del Banco Europeo de Inversiones

Archivado En

_
_