'Subprime', burbujas y ondas de choque
La tormenta financiera originada en las hipotecas 'basura' de EE UU muestra tanto la interdependencia de la economía global como la fragilidad de sus equilibrios. Los autores analizan el desarrollo del proceso y sus posibles efectos
Los activos del sistema financiero global suman tres veces el PIB mundial. Y resultan de un continuo proceso de innovación que genera productos financieros de creciente complejidad para aprovechar las diferencias de regulación entre países y entre sectores. Ahora, ante la crisis de las hipotecas subprime, se pide, como ante cada crisis, más transparencia a los mercados y mejor regulación de sus actividades.
También se cuestiona el papel de los órganos de calificación financiera, como cuando la crisis asiática o el escándalo Enron. La Comisión Europea se propone analizar su fiabilidad e independencia. Pero cuando, antes del verano, el grupo socialista del Parlamento Europeo (PE) presentó un informe sobre los riesgos de la desregulación financiera y del carácter oligopolístico del sistema de calificación de riesgos, nadie le hizo caso.
Pero antes del verano las cosas eran diferentes. La economía mundial crecía a la mayor tasa desde el fin de los sesenta y sin tensiones inflacionistas. Hasta la renqueante Europa aceleraba su crecimiento. Tanto, que, antes de irse de vacaciones, el presidente del BCE reafirmaba su vigilante preocupación ante las tensiones inflacionistas que amenazaban a la economía europea, anuncio velado de un aumento de los tipos de interés.
Pero la crisis hipotecaria americana, ampliada por la desconfianza frente a la difusión de las subprime, ha obligado a los bancos centrales a inyectar liquidez provocando un incremento de la masa monetaria en total contradicción con ese discurso de vigilancia antiinflacionista. La Fed también ha bajado su tipo de intervención para evitar que la crisis financiera afecte a la economía real. Y no sería difícil que así fuera. El consumo de los estadounidenses se financiaba en buena medida a crédito contra el creciente valor de sus casas. Pero, con precios a la baja y mayores costes de financiación empieza a mostrar debilidad, como señalan Wal-Mart y Home Depot, las dos mayores cadenas de distribución.
La crisis de las subprime muestra la interdependencia en la economía global y la fragilidad de sus equilibrios. En el círculo virtuoso global que hasta ahora hemos vivido, era del común interés que los excedentes de unos financiasen los déficit de los otros. El dinero fresco que los americanos obtenían rehipotecando sus casas lo consumían comprando productos chinos y Pekín financiaba el déficit exterior de EE UU invirtiendo sus excedentes en bonos del Tesoro sosteniendo el dólar para mantener la competitividad-precio de sus exportaciones.
Pero en la globalización la explosión de las burbujas especulativas produce ondas de choque. Si el valor de sus inmuebles baja y sus créditos se encarecen los consumidores de EE UU consumirán menos, las exportaciones chinas bajarán, Pekín comprará menos bonos, el dólar caerá y, de rebote, las exportaciones europeas serán más caras dificultando la recuperación.
Ante esta situación está por ver cual será la decisión del BCE sobre los tipos de interés pero sería realmente sorprendente que mantuviese sus intenciones de subida porque la inflación no es el peligro del momento.
El riesgo proviene de la desconocida difusión de las subprime en los activos del sistema financiero global. Pero cada día aparece un nuevo banco o fondo contaminado por esos préstamos hipotecarios de escasa solvencia convertidos en bonos. Y las cifras son considerables, el mercado de las subprime se evalúa en 600.000 millones de dólares en 2006, frente a 120.000 millones en 2001.
En Europa la más afectada parece ser la banca alemana. El banco público del land de Saxe, Sachsen LB, acaba de aparecer como víctima de sus inversiones en esos bonos generados por el mercado hipotecario de EE UU que ofrecían altos rendimientos y cuyo riesgo ha pasado desapercibido a multitud de inversores. Para afrontara sus pérdidas ha tenido que recibir una línea especial de crédito de 17.000 millones de euros, el doble de lo que necesito en julio el IKB, el primer afectado por la crisis. Estas ayudas son ya objeto de análisis por la Comisión Europea en lo que puedan ir contra de las reglas de la competencia.
Como se señala en círculos del Partido Demócrata de EE UU, la epidemia de subprimes se debe a la sinergia entre los créditos hipotecarios generados por entidades financieras desreguladas y un mercado secundario, igualmente desregulado, en el que se podían colocar fácilmente.
Hasta hace poco la mayor parte de la financiación hipotecaria era suministrada por entidades de depósitos adecuadamente reguladas que mantenían la titularidad de sus préstamos y por tanto estaban interesados en la solvencia de sus clientes. Pero el sector hipotecario desregulado, cada vez más importante, se quitaba de encima su responsabilidad financiera cediendo en el mercado secundario en forma de bonos los créditos imprudentemente concedidos. Esta es una de las causas de la crisis. La otra, también según los demócratas, es el abandono por la Administración republicana de los programas de construcción de casas de alquiler moderado convirtiendo la propiedad en la única forma de acceso a la vivienda incluso para aquellos cuyas condiciones económicas lo hacía difícil.
Es una reflexión que también nos hacemos por estas latitudes, sin que hayamos conseguido, a pesar del tiempo que venimos diciéndolo, hacer del alquiler una alternativa viable. De rebote puede que la crisis de las subprime ayude a ello, al poner de manifiesto los riesgos de un mercado inmobiliario dopado por bajos tipos de interés, fruto en parte de las intervenciones masivas de los bancos centrales frente a la crisis bursátil de 2000, y que llega al final de su escalada de precios. Buen momento para recordar a Galbraith , que decía que los procesos especulativos no acaban nunca bien, o en aterrizajes suaves, como ahora se dice.
Las burbujas especulativas tienden más a explotar que a desinflarse suavemente. Y si la globalización está llena de shocks es porque produce burbujas favorecidas por procesos crecientes y descontrolados de financiarización.
José Borrell Fontelles. Eurodiputado, ex presidente del Parlamento Europeo